SEGUNDO DÍA
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ORACIÓN INICIAL
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Espíritu santificador, que imprimes en nosotros la verdad de tu existencia
y en cuya esencia salvífica vivimos, Tú eres el anhelo del alma y en TÍ,
fuente de amor, nuestra fe se fortalece bajo el fuego invencible de tu amor salvífico.
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Haz, ¡oh Dios sapientísimo!, que en tu vivir seamos proclamadores de tu Luz.
Vivifícanos, ¡oh eterno Hacedor!, en tu amor.
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Tú, que eres el amor de los Dos, santíficanos con tu verdad, para que permanezcamos
fieles al llamado que nos haces a la perfecta perfección.
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Tú, que eres, ¡oh Llama de vivo amor!, el que inquietas el alma pastoreándola,
para que acepte ser siempre vivo reflejo del Padre e imitador del
Hijo del Eterno.
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¡Oh sapiencia divina!, gozo perenne del que en Tí confía, concédenos tus
siete dones, para que crezcamos en amor y santidad.
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Tú, que habitas en lo más profundo del ser, transfiguranos, para que
seamos templos vivos, viviendo en gracia y santidad, siendo proclamadores
del fuego sempiterno, que vivo está en todo ser.
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Nos consagramos a Tí ¡oh Fuego sacrosanto!, para que, encendidos en
tu calor, seamos fermentos excelsos de tu gloria.
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Llévanos, ¡oh dulcísimo Aposentador!, a la unidad perfecta de amor con el
Padre y guíanos hacia su Hijo, que es camino y vida.
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¡Oh Luz de amor!, nos consagramos a Tí, para que, así unificados contigo,
seamos alabanzas de amor.
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SEGUNDO DÍA
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Oh¡ presencia real, dulcísimo Aposentador!,
séme benigno, para que en todos los acontecimientos
de mi vida Tú seas el artista que modele mi aolma.
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Concédeme, ¡oh Espíritu de amor!, la paciencia en el padecer,
para que mi anhelo sea vivir siendo una cruz viva,
para que sea un alma de abandono pleno a la voluntad de Dios verdadero.
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Ilumíname, ¡oh Luz divina!, para que en tu luz mi alma se abra a tu deseo.
Tú eres vida eterna y sólo en Ti el alma crecerá en la virtud.
Por eso, ¡oh sapientísimo Amor!, te amamos.
Recibe nuestras súplicas, para que en Tí solamente queramos vivir.
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¡Espíritu divino, amor de los Dos!, aumenta en nosotros la fe y la esperanza
y vivifica nuestra caridad, para que seamos alabanzas del Dios Altísimo.
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TRES PADRES NUESTROS, SUCESIVAMENTE CON EL.
- Gloria a Tí, ¡oh Santo Espíritu, que nos renueva para ser salvados.
- Gloria al Fuego que nos llena de su divino amor, para que en El crezcamos en verdad y santidad
- Gloria por siempre al Espíritu Increado que sostiene a toda alma, para que viva en amor y fidelidad al Padre y a su amado Hijo.
ORACIÓN FINAL
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¡Oh Dios eterno, vivo Fuego que repartes benigno al hombre tus salvíficos dones!,
¡¡escúchanos benigno.
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¡Oh Santo Espíritu!, ante Tí el alma se postra, suplicando tu amor.
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Enciendenos, ¡oh Verdad infinita!, en tu inextinguible amor.
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Envíanos, ¡Dios amoroso!, tu luz, que es vida.
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La Iglesia unida te canta un canto de amor,
saludando al que es amor de los Dos.
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Tú eres, ¡oh Llama viva!, fuerza irresistible al pecador.
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Llévanos, ¡oh Espíritu de amor!, hacia el Padre que es perdón,
y realiza tu misión salvífica con las almas que el Padre te dió.
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Da a nuestra existencia el gozo de tu gozo.
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Haz que sigamos con fidelidad al Hijo de Dios,
que nos dejó como grata herencia tu fuego abrazador.
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Te amamos, ¡oh Fuego embelesador! Te consagramos todo lo que somos,
pues queremos vivir en el que es fuego sempiterno,
alma de los DOS. Amén.
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FUENTE: Novena al Espíritu Santo: Seminario de los aliados Carmelitas descalzos de la Santísima Trinidad