33 Días camino hacia Belén: Sal de Tu Cielo Día 8 P. Guillermo Serra L.C.


Sal de tú Cielo:  día 8 Entra en el desierto

Martes 29 de Noviembre 2016

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Él ha protegido tu marcha por este gran desierto,

y hace ya cuarenta años que Yahveh tu Dios está contigo sin que te haya faltado nada

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Entra al desierto

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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Breve silencio para ponerse en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.

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ORACIÓN CAMINO A BELÉN

Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este rato de oración.

Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso.

Pensarte es quererte y quererte es buscarte.

Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero.

Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por  el auxilio del Espíritu Santo,

para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.

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CITA

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Pues Yahveh tu Dios te ha bendecido en todas tu obras:

ha protegido tu marcha por este gran desierto,

y hace ya cuarenta años que Yahveh tu Dios está contigo sin que te haya faltado nada (Deuteronomio 2,7)

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REFLEXIÓN

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¿Por qué Dios me invita al desierto?

¿Por qué querría llevarme a un lugar donde hay tan poca vida y puedo morir de sed?

Entrar al desierto siempre es una oportunidad de crecimiento.

Es lógico que tengamos dudas “porque tememos que Dios nos pueda exigir.

Nos falta entrar con confianza sabiendo que si Dios pide algo es porque quiere darnos mucho más”. (Sal de tu Cielo, Cap. 2.6)

Dios pide a Moisés que cruce el desierto y saque a su pueblo de Egipto

pero le promete que lo llevará a “una tierra buena que mana leche y miel”. (Ex 3, 8)

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Sin duda experimentaremos sed y debemos ser precavidos

para no extraviarnos con los espejismos y aparentes oasis que encontraremos en nuestro camino.

La sed siempre regresará pues solo Dios es capaz de darnos, como prometió a la Samaritana,

“una fuente de agua que brota para la vida eterna”. (Jn 4, 14)

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No debemos olvidar que al desierto no entramos solos,

Cristo entra con nosotros y Él también siente sed, sed por mi alma.

Tiene sed de que yo tenga sed de Él.

¿Acaso no quiero darle de beber y saciar mi sed para siempre en Él que es agua viva?

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ORACIÓN

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TE LLEVARÉ AL DESIERTO

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Tomaré tu mano y lentamente te guiaré

en lo profundo de mi silencio

Con palabras de enamorado

te llevaré al desierto de mi corazón

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Suavemente, te despojaré de todo ruido

Caminaré escondiéndome en el frío

Te seguiré en las horas de calor

Prepararé el templo de mi corazón

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Libre te quiero alma mía, muy amada

Despójate de todo mal

Vuela libre sin distracciones

Aquí estoy para guiarte sin ser dañada

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La tierra prometida es tu destino

Lugar privilegiado de mi amor

Templo santo y espejo del cielo

Donde vivirás en mí… por siempre.

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Del libro Jesús a mi alma, P. Guillermo Serra L.C.

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PROPÓSITO

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En mi oración de hoy, haré un acto de abandono

confiado en el Amor y Misericordia de Dios

para poder aceptar aquellas circunstancias que me cuestan y considero mi desierto.

En mi carta a Jesús dedicaré un renglón a escribir, como Santa Faustina Kowalska:

“Jesús, yo confío en ti”, y añadiré una breve lista de los desiertos que Dios me pide cruzar.

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Autor: Padre Guillermo Serra, L.C.

 


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