Cómo se puede participar en los dolores de la Celestial
Madre
Habiendo estado muy sufriente por la privación de mi dulcísimo Jesús, esta mañana, día de los dolores de María Santísima, después de haberlo esperado mucho, vino y me dijo:
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«Hija mía, ¿qué quieres que tanto me deseas?»
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Y yo:
«Señor, qué tienes para tí? Eso quiero para mí.»
Y Él:
«Hija mía, para Mi tengo espinas, clavos y cruz.»
Y yo:
«Pues bien, eso quiero para mí.»
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Y me dio su corona de espinas y me participó los dolores de la cruz. Después agregó:
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«Todos pueden participar en los méritos y en los bienes que fructificaron los dolores en mi Madre.
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Quien anticipadamente se pone en las manos de la Providencia, ofreciéndose a sufrir cualquier especie de penas, miserias enfermedades, calumnias y todo lo que el Señor disponga para ella, viene a participar en el primer dolor de la profecía de Simeón.
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Quien actualmente se encuentra en los sufrimientos y está resignado, se está más estrechado a Mí y no me ofende, es como si me salvara de las manos de Herodes y sano y salvo me custodia en el egipto de su corazón y así participa en el segundo dolor.
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Quien se encuentra abatido de ánimo, árido y privado de mi presencia y está firme y es fiel en sus habituales ejercicios, es más, toma de eso ocasión para amarme y buscarme más sin cansarse. participa en los méritos y bienes que adquirió mi Madre en mi pérdida.
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Quien se encuentra en cualquier ocasión, especialmente al verme gravemente ofendido, despreciado, pisoteado y trata de repararme, de compadecerme y de rezar por aquellos mismos que me ofenden, es como si Yo encontrara en esa alma a mi misma Madre que si hubiera podido me habría liberado de mis enemigos, y participa así en el cuarto dolor.
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Quien crucifica sus sentidos por amor a mi crucifixión y trata de copiar en sí mismo las virtudes de mi crucifixión, participa en el quinto dolor.
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Quien está en continua actitud de adorar y de besar mis llagas, de reparación, de agradecimiento y demás a nombre de todo el género humano, es como si me tuviera en sus brazos como me tuvo mi Madre cuando fui bajado de la cruz y participa en el sexto dolor.
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Quien se mantiene en mi gracia, corresponde a ella y no da morada a nadie en su corazón más que a Mí sólo, es como si me sepultara en el centro del corazón y participa en el séptimo dolor.»
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