LUISA PICARRETA
La adoración de la Santísima Virgen cuando encontró
a Jesús llevando la cruz
Continuando mi habitual estado, por pocos instantes vi al bendito Jesús con la cruz
sobre el hombro en el momento de encontrarse con su Santísima Madre, y yo le dije:
«Señor, ¿qué hizo tu Mamá en este encuentro dolorosísimo?»
Y Él:
«Hija mía, no hizo más que un acto de adoración profundísimo y simplísimo,
y como el acto, cuanto más fácil es para unirse con Dios, espíritu simplísimo,
por eso en ese acto se fundió en Mí y continuó lo que obraba Yo mismo en mi interior. Y esto me fue sumamente agradable, más que si me hubiera hecho cualquier otra cosa más grande.
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Porque el verdadero espíritu de adoración consiste en esto:
que la criatura se pierda a sí misma y se encuentre en el ambiente divino, y adore todo lo que obra Dios y con Él se una.
¿Crees que sea verdadera adoración la que con la boca adora y con la mente piensa en otra cosa?
¿ O que la mente adora y la voluntad está lejos de Mí?
¿ O que una potencia me adora y las demás están todas desordenadas?
No, Yo quiero todo para Mí y todo lo que he dado, en Mí,
Y éste es el acto más grande de culto de adoración que la criatura puede darme.»
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Jesús usa ese momento de la pasión para enseñarle a Luisa el acto de perfecta adoración de María,
y luego le enseña que toda su vida fue eso: adoración perfecta y contínua, sobre la cual se realizaban todos los misterios y actividad de Ella; maternidad divina, corredención, etcétera.