Nos lo advierte la Sagrada Escritura: No te abandones a la tristeza, no te atormentes con cavilaciones…. La envidia y la cólera abrevian los días y los cuidados traen vejez prematura. Un corazón sereno y bueno vive en continua fiesta. (Eclo 30, 22-27).
Parece difícil poder vivir en constante fiesta, porque cada adversidad contribuye a entristecernos, a abatirnos, a apagar la sonrisa de nuestros labios sedientos de felicidad.
Y, sin embargo Pablo, atribulado y perseguido sin tregua, pudo escribir: Reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones. (2 Cor 7,4).
Ya lo hemos dicho y no es necesario repetirlo: el ánimo descritas, se pueden convertir y de hecho se convierte en un manantial de indecible gozo.
También para tí.
No lograrás jamás borrar la palabra dolor de tu existencia terrena, pero podrás, con el auxilio de Dios, llegar a la meta feliz de convertirlo en gozo.
Y si ya lo has logrado y has probado el inconfundible sabor que de él mana, házselo ver a todos.
Haz que aquellos que sufren junto a tí y que están lejos de tu luminosa conquista comprueben que aun los mayores dolores y las desgracias más abrumadoras tiene su aspecto positivo, sus consuelos, sus ventajas, su alegría.
Haz que comprendan que, cuando el dolor nos asalta, nada se ha perdido, porque es precisamente el dolor el que, obrando el milagro del descubrimiento de nosotros mismos, nos revela los ignorados manantiales de la más genuina felicidad.
La sonrisa es la revelación de un mundo y, al mismo tiempo, un generoso puente tendido alrededor para el descubrimiento del mundo de los demás.
Levanta con tu sonrisa el gran telón que oculta celosamente tus ignorados tesoros de amor y de paz.
Muestra a tus compañeros de sufrimiento el rostro y el sello de la auténtica alegría que brota de lo íntimo de un corazón purificado por la prueba y que lleva un sello de absoluta garantía: Dios.
SONRÍE siempre, incluso cuando no tienes ganas: la sonrisa en unos labios enfermos es el acto de fe más maravilloso.
SONRÍE a todos, a quien jamás sonríe, pero que tal vez espera la luz que se enciende en tu rostro : la sonrisa es un acto de caridad dulcísimo y exquisito.
SONRÍE al que tiene el alma angustiada y ya nada espera de los hombres ni de la vida: tu sonrisa podrá siempre hacer un inesperado y saludable acto de esperanza
Continúa sonriendo todos los días y todas las horas de cada día, y, por la noche, póstrate a los pies de la Cruz para implorar la fuerza que necesitas para poder seguir sonriendo generosamente.
Todo a Jesús por María, Toro a María para Jesús.