EL CAMINO PARA PENETRAR EN LOS
SUFRIMIENTOS DEL HIJO ES PENETRAR
EN LOS SUFRIMIENTOS
DE LA MADRE.
Reza despacio, meditando estos dolores:
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…
La huida a Egipto con Jesús y José.Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…
La pérdida de Jesús.Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario.Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…
La crucifixión y la agonía de Jesús.Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto.Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.
Dios te salve, María,…
El entierro de Jesús y la soledad de María.Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve María….
Gloria Al Padre Y al Hijo….
Plegaria a la Virgen Dolorosa
Madre y Señora Nuestra Dolorosa.
Traspasada de dolor en la profecía de Simeón.
Cuidadosa huyendo a Egipto.
Triste y atribulada buscando a tu Hijo perdido.
Afligida y ansiosa, encontrándolo camino del Calvario.
Deshecha en llanto pero firme, de pie junto a la Cruz de Jesús
Agonizante y temblando con tu Hijo muerto en los brazos.
Sola y sin alivio, después de enterrar a Jesús.
Acepta, Madre, nuestra compasión y alcánzanos fervor en la
oración, humildad en las aflicciones, fortaleza en las tentaciones,
perseverancia en el bien y una santa muerte, para alcanzar los
frutos de la Redención: el Reino de los Cielos. Amén
Gracias que la Santísima Virgen concede
a las almas que le honren diariamente
La Virgen comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373):
«Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios.»
Nuestra Señora prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores:
- Pondré paz en sus familias.
- Serán iluminados en sus divinos misterios.
- Los consolaré en las penas y acompañaré en sus trabajos.
- Les daré cuanto me pidan, con tal de que no se opongan a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la satisfacción de sus almas.
- Les defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal y protegeré en todos los instantes de su vida.
- Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
- He conseguido de mi Divino Hijo que los que propaguen esta devoción (a mis lágrimas y dolores), sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna, directamente, pues serán BORRADOS todos sus pecados y mi Hijo y yo seremos “su eterna consolación y alegría”.
Fuente: Cardenal J. H. Newman