Un ángel del Señor se le aparece:
– José, hijo de David, no tengas recelo en recibir a María, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su vientre es obra del Espíritu Santo…
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Le ordena el nombre que le ha de poner, y le comunica su misión. José cae en la cuenta de que esos hechos cumplen la profecía.
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A veces se nos pide, además, el rendimiento del propio juicio, aunque haya sido formulado con toda rectitud.
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José había amasado su decisión con lágrimas, caridad y justicia. Llegó a esa conclusión por un camino penoso y Santo. Ahora le piden que rinda su criterio, que lo someta. Su juicio es lo mejor que se puede hacer humanamente, pero no es lo mejor para los planes de Dios.
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Rendir el juicio, hazaña propia de los mejores. ¡Es que mi idea está elaborada con toda rectitud y cuidado! ¡Es que no es ni vulgar ni imprudente! Te contesto: Tampoco lo era la de José.
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¡Es que a él le avisó un ángel! El ángel también es una criatura, y Dios tiene muchos medios de avisar, para enseñarnos que nuestras razones no tienen razón. José rindió su juicio sin dilación, y, al despertarse, hizo lo que le mandó el ángel del Señor.
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