El Bautismo del Señor


 

 

San Juan Bautista se presenta ante el pueblo después de varios años pasados en el desierto.  Invita a los Israelitas a prepararse con la penitencia para la venida del Mesias.

La figura de Juan señala la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento:

es el último de los Profetas y el primero de los testigos de Jesús.  Su particular dignidad consiste en que, mientras los demás señala ya con el dedo (cfr Juan 1,29;Mt 11,9-11).

 

El Bautismo del precursor no era todavía el Bautismo cristiana, sino un rito de penitencia;

pero prefiguraba las disposiciones de toda gracia, y apartamiento voluntario del pecado.

.

«Confesando sus pecados»:

El hecho de acercarse al bautismo de Juan suponía reconocer la propia condición de pecador,

puesto que tal rito significaba precisamente eso:

anunciaba, pues, el perdón de los pecados por la conversión del corazón,

y facilitaba la remoción de los obstáculos de cada uno ante el advenimiento del Reino (Lc 3,10-14).

Esta confesión de los pecados es distinta del sacramento cristiano de la Penitencia.

Sin embargo era agradable a Dios al ser dignos de penitencia (Mt 3,7-10; Lc 3, 7-9).

En el sacramento de la Penitencia, la confesión oral de los pecados será un requisito

   esencial para recibir el perdón de Dios.

En este sentido se pronunciaba hace poco Juan Pablo ll

«Tened presente que todavía está vigente y lo estará por siempre en la Iglesia la

enseñanza del Concilio Tridentino acerca de la necesidad de la confesión integra

de los pecados mortales ;  está vigente y lo estará siempre en la Iglesia la norma inculcada

por San Pablo y por el mismo Concilio de Trento,

en virtud de la cual, para la recepción digna de la Eucaristía debe preceder

la confesión de los pecados,  cuando uno es consciente de pecado mortal (sssXlll,

cap. 7 y can.11)»

.

«Bautizar en el Espíritu Santo» se refiere al Bautismo que Cristo va a instituir,

y marca diferencia con el de Juan.

En el bautismo de Juan sólo se significaba la gracia,

como en los otros ritos del Antiguo Testamento.

«Por el Bautismo de la Nueva Ley  los hombres son bautizados interiormente

por el Espíritu Santo, cosa que sólo hace Dios.

En cambio, por el bautismo de Juan sólo era lavado con agua el cuerpo»

(Suma Teológica, lll,q.38, a 2 ad  l).

En el Bautismo cristiano,  instituido por Nuestro Señor,

el rito bautismal no sólo significa la gracia,

si no que la causa eficazmente,  esto es, la confiere.

«El sacramento del Bautismo confiere la primera gracia santificante,

por la que se perdona el pecado original,

y también los actuales, si los hay;

remite toda la pena por ellos debida;

imprime el carácter de cristianos;

nos hace hijos de Dios,

miembros de la Iglesia y herederos de la gloria,

y nos habilita para recibir los demás sacramentos» (Catecismo Mayor,n553).

Como todas las realidades pertenecientes a la santificación de las almas,

los efectos del Bautismo cristiano se atribuyen al Espíritu Santo,

el «Santificador».

Es de advertir que,  como todas las obras ad extra de Dios (es decir,

que son exteriores a la vida intima de la Trinidad Beatísima),

la santificación de las almas es obra común de las tres Personas Divinas.

 

 

Fuente: Santos  Evangelios

 

 

 


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