Un Mensaje del Corazón de Jesús
TRES PETICIONES
DEL
DIVINO CORAZÓN DE JESÚS
REPARACIÓN
AMOR
CONFIANZA
REPARACIÓN:
Es decir, vida de unión con el redentor divino: Trabajar por El,
Con Él, en Él, con grande unión a sus sentimientos y a sus deseos
en espíritu de reparación.
Vengo a descansar en tí, alma querida… ¡Soy tan poco amado de los hombres!…
¡Buscando siempre amor, no encuentro sino ingratitud!…
¡Son tan pocas las almas que verdaderamente Me aman!…
Lo que deseo de ti. es que estés dispuesta a consolar mi Corazón
siempre que te lo pida, pues el consuelo que me da un alma fiel,
compensa la amargura que Me causan tantas almas frías e
indiferentes.
Algunas veces sentirás la angustia de mi Corazón en el tuyo: así Me aliviarás.
No tengas miedo. Yo estoy contigo.
Cuando te dejo sentir frialdad, es que tomo tu amor para calentar a otras almas…
Cuando te hago pasar angustias, tu sufrimiento impide que mi cólera divina
descargue sobre otros pecadores…
Cuando estás fría e insensible, y Me dices sin embargo que Me amas,
es cuando más consuelas mi Corazón…
«UN SOLO ACTO DE AMOR HECHO CUANDO TE DEJO SOLA, REPARA
MULTITUD DE INGRATITUDES DE OTRAS ALMAS; MI CORAZÓN LOS
CUENTA Y LOS RECIBE COMO BÁLSAMO PRECIOSO.
¡Quiero que me des almas!
Para esto no te pido más que amor en tus acciones.
Hazlo todo por amor, sufre por amor, trabaja por amor
Cuando te hago sentir angustia y soledad, acéptalas y sufre con amor.
Quiero valerme de ti como una persona cansada se sirve de un báculo.
Quiero poseerte, llenarte, consumirte toda«.
«Escucha esta palabra: El oro se purifica en el crisol. Así se purifica
y fortalece tu alma en la tribulación, y el tiempo de la tentación es
de gran provecho para ti y para las almas.
Entra en mi Corazón y estudia el celo que lo devora por la gloria de mi Padre.
No temas sufrir si con el sufrimiento puedes, en algún modo, aumentar mi
gloria y salvar almas.
¡VALEN TANTO LAS ALMAS! …
¿No sabes que mi Cruz y Yo somos inseparables? Si me ves a Mi, verás la
Cruz y cuando encuentres mi Cruz, Me encontrarás a Mí.
El alma que Me ama, ama la Cruz, y el que ama la Cruz, Me ama a Mí.
Nadie poseerá la vida eterna sin amar la Cruz y abrazarla de buena
voluntad por mi amor.
El camino de la virtud y de la santidad se compone de abnegación y
de sufrimiento, y el alma que acepta y abraza la Cruz, camina guiada
por la verdadera luz y sigue la senda recta y segura sin temor de resbalar
en las pendientes…»
«La Cruz es la puerta de la verdadera vida y el alma que la acepta y la ama,
tal cual Yo se la he dado, entrará por ella en los resplandores de la vida
eterna.
¿Comprendes ahora cuán preciosa es mi Cruz? No la temas…
Soy yo quien te la doy y no te dejaré sin las fuerzas necesarias para llevarla.
¿No ves cómo la llevé? ¿Yo por tu amor? Llévala tú con amor por Mí.
Mi Corazón es el que da la vida a las almas, el que da vida al mundo…
pero se la da desde la Cruz. Así es necesario que las almas escogidas para
dar luz y vida al mundo entero, a vista del ejemplo que les ha dado su
Salvador y Maestro, se tiendan con gran sumisión sobre esta Cruz.
La mejor recompensa que puedo dar a un alma es hacerla víctima de mi
Amor y de mi Misericordia porque así la hago semejante a Mí, que soy
la Víctima Divina por todos los pecadores».
«¿Sabes cómo puedes consolarme?…
Amándome, sufriendo por las almas, no rehusándome nada…
Sí, no Me niegues nada; no olvides que necesito almas que continúen
mi Pasión para contener la ira divina. Yo te sostendré».
«Cuando un alma ruega por un pecador con deseo ardiente de que se
convierta, mi Corazón encuentra, en esta súplica, reparación para la
ofensa recibida, y la mayor parte de las veces, esta alma obtiene lo
que pide, aunque sea en el último momento.
De todos modos, la oración nunca se pierde, porque repara la injuria
que Me causa el pecador, y si no éste, otros alcanzarán misericordia y
recibirán el fruto de esta oración.
Hay almas que durante su vida y también por toda la eternidad, están llamadas a darme la gloria que les pertenece darme, y la que Me hubieran debido dar otras almas que se han perdido… De ese modo mi gloria no sufre mengua, pues un alma justa puede reparar los pecados de otras muchas.
Es tan grande el amor que tengo a las almas, que sufro como un martirio cuando se alejan de Mí, no por la gloria que Me quitan, sino por la desgracia que se atraen sobre sí mismas.
Las almas corren a su perdición y mi Sangre se inutiliza para ellas, Pero las que aman y se inmolan, y se consumen como víctimas de reparación, atraen la Misericordia de Dios. Esto es lo que salva al mundo.
¡Busco almas que reparen tantas ofensas como reciben la Majestad Divina y mi Corazón se consume en deseos de perdonar!
¡Pobres pecadores! ¡Cuán ciegos están! Yo sólo deseo perdonarlos, pero ellos no piensan más que en ofenderme… Voy tras los pecadores como la justicia tras los criminales; la diferencia es, que ella los busca para castigarlos y Yo para perdonarlos.
El mundo corre precipitadamente a abismarse en los placeres y es tanta la multitud de pecados que se cometen que mi Corazón está como anegado en un torrente de amargura y de tristeza.
¿Dónde encontraré alivio a mi dolor? Ofrece todo tu ser para satisfacer a mi Justicia y reparar los ultrajes hechos a mi Amor. Si te consideras indigna y tus pecados son grandes, ven a sumergirte en el torrente de Sangre que brota de mi Corazón y déjate purificar. que mi voluntad te envía para para ofrecérselos a mi Padre Celestial. Deja que tu alma se abrase en deseos de consolar a un Dios ultrajado y apoderarte de mis Méritos para reparar tantos crímenes…
Dime ¿Dónde hay un corazón que ame más que el Mío y que sea menos correspondido? ¿Qué corazón hay, que más que el Mio se consuma en mayores deseos de perdonar? Y en pago de tanto amor, recibo las mayores ofensas.
¡Pobres almas! Vamos a pedir perdón y a reparar por ellas:
¡Oh! Padre Mío, ten piedad de las almas,
no las castigues como merecen,
sino hazles misericordia como te lo
pide tu Hijo».
Vengo a descansar entre las almas que he escogido. ¡Ojalá sepan, por su fidelidad. cicatrizar las heridas que recibo de los pecadores! ¡Ah! ¡Cuán necesario es que haya víctimas para compensar la amargura en que se abisma mi Corazón y para aliviar el dolor que Me causan tantas culpas!…
¡Cuánta maldad!… ¡Cómo se pierden las almas!…
«La obstinación de un alma culpable hiere profundamente mi Corazón, pero la ternura de un alma fiel, no sólo cicatriza mis Llagas, sino que detiene la Justicia de mi Padre.
Cuando te envío sufrimientos no creas que por eso te amo menos… Es que necesito remedios para curar las llagas del mundo.
Yo Me encargo de reparar por ti; tú repara por las almas, Hay muchas almas que Me afligen y muchas que se pierden; pero lo que más hace sufrir Mi Corazón son aquellas almas que tanto amo y que no se entregan enteramente a Mí, sino que siempre se reservan algo. Y sin embargo: ¿No les entrego Yo todo mi Corazón?…»
¡Consuelame, ámame, glorifícame por mi Corazón!
Repara en El y satisface por medio de El a la Justicia Divina… Preséntalo como Víctima de Amor por las almas…
Pero de un modo especial, por las almas que Me están consagradas. Vive conmigo, como yo vivo contigo…
Escóndete en Mí, como Yo Me escondo en ti. Los dos nos consolaremos mutuamente porque tu sufrimiento será mío y mi sufrimiento será tuyo…
Hoy Me vas a consolar: entra muy adentro de mi Corazón. Preséntate a mi Padre con todos los Méritos de tu Esposo. Pídele perdón por tantas almas ingratas. Dile que estás dispuesta, en tu pequeñez, a reparar las ofensas que recibo. Dile que eres una víctima muy miserable, pero que estás cubierta con la sangre de mi Corazón».
«Así pasarás el día, pidiendo perdón y reparando.
Quiero que unas tu corazón al celo y al ardor que consume el Mío y que las almas comprendan bien cómo quiero ser su felicidad y su recompensa.
¡Que no se aparten de Mí! ¡Las amo tanto!
«Mira mis Llagas que fueron abiertas sobre la cruz para rescatar al mundo de la muerte eterna y para darle la vida… ellas son las que ahora obtienen misericordia y perdón a tantas almas que irritan la cólera del Padre. Estas Llagas darán en adelante a las almas luz, fuerza y amor.
Esta Llaga (la del Corazón) es el volcán divino donde quiero que se abrasen mis almas escogidas. Todas las gracias que mi corazón encierra son para que ellas las derramen sobre el mundo, sobre tantas y tantas almas que no saben venir a buscarlas y sobre otras muchas que las despercian.
Yo les daré luz necesaria para que sepan aprovechar este tesoro y para que no sólo Me hagan conocer y amar, sino que reparen también las ofensas que recibo de los pecadores. Sí, el mundo Me ofende… Pero se salvará por la reparación de las almas escogidas.
¡Ama, porque el amor es reparación y la reparación es amor!»
Fuente: (Palabras de N. S. Jesucristo a Sor Josefa Menéndez)