CUARTO DÍA:
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Danos el Espíritu de
veneración y docilidad
hacia el Sumo Pontífice.
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Ofrecimiento para todos los días
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¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
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¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Yo os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los tabernáculos del mundo,
en reparación de los ultrajes con que El es ofendido;
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
e intercesión del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
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Oh santísima Virgen María,
Reina del Rosario y Madre de misericordia,
que te dignaste manifestar en Fátima
la ternura de vuestro Inmaculado Corazón
trayéndonos mensajes de salvación y de paz.
Confiados en vuestra misericordia maternal
y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón,
venimos a vuestras plantas
para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor.
Concédenos las gracias que necesitamos
para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor,
y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios,
honra vuestra y provecho de nuestras almas.
Así sea.
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Oración de este día
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¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!,
que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa,
e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él,
como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra.
Infunde también a nosotros el espíritu de veneración
y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice,
de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas,
y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia,
por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
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Oración final
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¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección,
nos mereció el premio de la salvación eterna!
Os suplicamos nos concedas que,
meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María,
imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
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