LAS PARTES DE LA MISA 111


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Rito de la Comunión.  La Plegaria de bendición y la ofrenda sacrificial,  desembocan en la comunión con Cristo,  el momento central del Sacramento del Sacramento de la Eucaristía.  La Eucaristía  es el banquete pascual.  Como Ritos de preparación tenemos:  El Padre Nuestro, el gesto de la Paz y la Fracción del Pan.

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El que preside la celebración invita a todos los que han sido constituidos por Jesucristo en la familia de los hijos de Dios a acercarse humildemente al banquete.  Las peticiones del Padre Nuestro son como un resumen de la Plegaria Eucarística.  Especialmente pedimos el pan de cada día,  con el que se alude al pan eucarístico, e imploramos la purificación de nuestros pecados,  con el compromiso de fraternidad  y de perdón mutuos.

Rito de la Paz.   Antes de participar de un mismo pan, la comunidad hace un gesto específico por el que simboliza lo que acaba de pedir y prometer en el Padre Nuestro:  ser perdonados y perdonar.

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Fracción del Pan.  Presentación Pan y Vino

 

Realizado por Cristo en la Última Cena.  No es sólo un gesto práctico,  sino que tiene también carácter simbólico:  el pan que nos da Cristo es su Cuerpo roto, partido,  entregado.  Los discípulos de Emaús lo reconocieron al partir el Pan.   Partimos el pan para repartirlo:  a la vez que recibimos al único Cristo, lo «estamos compartiendo»  con nuestros hermanos.

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Cordero de Dios.  

Tomando del testimonio de Juan Bautista.   Recupera el simbolismo del cordero pascual,  como el cordero Siervo de Yahvé que se entrega por nosotros para quitar el pecado del mundo,  y que con su sangre ha adquirido para Dios un pueblo sacerdotal,  formando por hombres y mujeres de toda raza,  lengua, pueblo y nación.

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Comunión.  

 

Mientras se comulga,  el canto de comunión expresa la unión espiritual y la alegría de los que van avanzando procesionalmente hacia el altar.

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Oración después de la Comunión.   Después de la Comunión  tiene lugar la purificación de las manos y de los vasos sagrados.  Después de un momento de reposo y  oración,  para  la interiorización y la prolongación contemplativa del misterio celebrado, el que preside ruega para que se obtengan sus frutos.  El pueblo responde  «amén».

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Rito de conclusión.  Antes  de enviar a sus discípulos a testimoniar su resurrección,  Cristo levantó las manos y los bendijo.  Esto mismo hace el sacerdote:  bendice a los fieles trazando sobre ellos la señal de la cruz e invocando al Padre,  al Hijo y al Espíritu Santo.   Concluida la celebración el que preside besa el altar y se retira junto con sus ministros.

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