Nuestra Señora del Carmen


Nuestra Señora del Carmen

 

Aparición a San Simón Stock

 

En Inglaterra,  el 16 de Julio de año 1251,  en la pequeña localidad de Aylesford,  en el Condado de Kent,  cerca de Canterbury,  «Se apareció la gloriosa Reina de los Cielos a San Simón Stock,  con majestad,  acompañada de muchos ángeles y llevando en la mano un escapulario que entregó al santo,  con la promesa de su asistencia maternal a cuantos lo llevaran  a la hora de la muerte»  (Bulter,  Flos Sanctorum, Vol. II, P. 316)

Apenas se publicó en el mundo la noticia,  comenzó a propagarse esta devoción y pueblos y reyes se impusieron el sagrado escapulario y se alistaron en la cofradía de la Virgen del Carmen,  que así comenzó a llamársele.   Los Sumos Pontífices la aprobaron y colmaron de alabanzas y la misma Reina de los Cielos la confirmó con admirables prodigios.

 

Las Sagradas Escrituras celebran las bellezas del Carmelo donde el profeta Elías defendió  la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo (I Reyes, 18, 19).

 

En el siglo XII,  cuando las Cruzadas llegaron a Tierra Santa,  se  dice que encontraron una colonia de ermitaños,  viviendo en el monte Carmelo.  Habían sido reunidos en comunidades por el  patriarca de Jerusalén,  quien les dio una regla de vida aprobada formalmente por el papa Honorio III,  EN 1226.

 

Cuando Palestina cayó en manos de los mahometanos,  muchos de los ermitaños huyeron a Europa y se adaptaron al nuevo ambiente.  La orden se dedicaba a la vida contemplativa,  bajo el patrocinio de la  Virgen María.  Al lado de la orden primitiva,  hay otras congregaciones que se inspiran también en la espiritualidad del Carmelo y se dedican a la vez a la vida activa.

 

De aquí proviene le célebre advocación mariana,  conocida con el nombre de Virgen del Carmelo o Nuestra Señora del Carmen.

 

La fiesta fué aprobada en 1587 por el papa Sixto V para la orden de los carmelitas y luego se extendió a la Iglesia Universal. En Hispanoamérica,  el culto a la Virgen del Carmen está muy difundido,  debido principalmente al celo apostólico que mostraron los carmelitas en la evangelización de estas nociones.

 

El escapulario en honor a la Virgen es una de las devociones preferidas.

 

La Iglesia,  con la evangelización,  engendra nuevos hijos.  Ese proceso que consiste en «transformar  desde dentro»  en  «renovar a la misma humanidad» (EN 18)  es un verdadero volver a nacer.   En ese parto,  que siempre se reitera,  María es nuestra Madre.  Ella,  gloriosa en el cielo,  actúa en la tierra.  Participando del Señorío de Cristo resucitado,  «con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo,  que todavía peregrinan» (Lg 62); su gran cuidado es que los cristianos tengan vida abundante y lleguen a la madurez de la plenitud de Cristo.

 

Fuente:Vivieron el Evangelio

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