Un Mensaje del Corazón de Jesús


AMOR

 

O sea,  intimidad con Aquel  que  es

Todo  Amor  y  que  se  pone  al  nivel

de  sus  criaturas  para  pedirles  su  amor.

 

«Lo único que quiero es amor.  Amor  dócil  que  se  deje  conducir  por  Aquel  a quien  ama…

Amor  desinteresado  que  no  busca  ni  su  gusto,  ni  su  interés,  sino  los  de  su Amado…

Amor  celoso,  ardiente,  devorador,  que  venza todos  los  obstáculos que el amor propio le ponga delante:  éste es el verdadero amor,  el que aparta a tantas almas del abismo de perdición en que se precipitan».

 

«Contempla mi Corazón…  estudialo  y  de  El  aprenderás  a  amar.

 

El verdadero amor  es  desinteresado,   humilde  y  generoso,   Si me pides que te enseñe a amarme,  empieza  por  olvidarte  de  tí misma;   no cuentes los sacrificios ni mires lo que te cuestan…;   no  repares si es o no de tu gusto:  Ama  y  tendrás  fuerza».

 

Muchas almas creen   que el amor consiste en  decir:  –Os  amo,  Dios  mío…   No, el amor es suave y obra porque ama.  Quiero  que  Me  Ames así,    suavemente  siempre y en todo;  en  el  trabajo y  en el descanso ;    en la oración y en el consuelo,  como en el sufrimiento y  la humillación; siempre  has  de  darme  pruebas  de  amor  con  tus  obras.    ¡Eso  es  amar!

 

Si las almas entendieran,  ¡cuánto  adelantarían  en  perfección!   ¡Cuánto  consolarían  mi  Corazón!

 

Dime que me amas:  es lo que más Me consuela porque tengo hambre de amor.  Quiero 1ue ardas en deseos de verme amado y que tu corazón no se alimente más que de este deseo.

 

Mira mi Corazón y el fuego que lo consume:  es el amor que tengo a las almas,  pero sobre todo a mis almas escogidas.  A ellas reserva mi Corazón un sitio de preferencia…  pero  Entra en mi Corazón,  gusta su dulzura,  embriágate de su paz,  deja que tu corazón se abrase  al contacto de esta divina llama…

 

Comparte mis penas,  mis tristezas,  mis horas de soledad,  hazme compañía.   Ámame  por tantas almas que Me dejan solo y Me desprecian».

 

«El amor todo lo hace fácil.

 

El alma que ama desea sufrir;  el sufrimiento alimenta el amor.

 

El amor y el sufrimiento unen al alma íntimamente con Dios  y la hacen identificarse con Él».

 

«Muchas almas Me reciben bien cuando las visto en tiempo de consuelo.  Muchas Me reciben con gusto en la Comunión.  Pero hay pocas que Me dan buena acogida cuando llamo a su puerta con mi Cruz.

 

El alma que viéndose  tendida sobre la Cruz se abandona,  es la que Me glorifica,  la que Me consuela,  la que está más cerca de Mí.

 

Es verdad que muchas almas no Me conocen, pero mayor es el  número de las que conociéndome,  Me abandonan para seguir una vida de placer… ¡Hay tantas almas sensuales!…  ¡Tantas que quieren gozar!…  Por eso se pierden,  pues mi camino es de sufrimiento y de cruz.  Por eso busco amor, porque sólo el amor da fuerza para seguirme».

 

«Cuando dos personas se aman,  la más pequeña falta de delicadeza de la una hiere el corazón de la otra.  Así sucede con mi Corazón.  Si eres fiel en guardar las delicadezas del amor,  no Me dejaré vencer en generosidad,  e  inundaré tu alma de paz.  No te dejaré sola;   en tu pequeñez  serás grande porque Yo seré quien viva en ti».

 

«Mi Corazón no puede contener el deseo que le consume de darse,  de entregarse,  de permanecer siempre en las almas.  Espero a que Me abran su corazón y que  Me encierren en el para que el fuego que devora  el  Mio las conforte y las abrase.

 

Entonces Me entrego todo a las almas y son para ellas lo que quieren les sea.  Si me quieren por Padre,  seré su  Padre;  si Me quieren por Esposo;  si necesitan fuerza;  seré su fortaleza,  y si aspiran a consolarme,  Me dejaré consolar…

 

Mi deseo es darme a las almas y derramar sobre ellas todas las gracias que les prepara mi Corazón.

 

«Déjame dilatarme en ti,  porque mi grandeza hará desaparecer tu pequeñez.  Trabajamos siempre unidos.  Yo viviré en ti y tu vivirás para las almas.  Mi Corazón lo hará todo,  mi Misericordia obrará y mi Amor anonadará todo tu ser.  Cuanto más desaparezcas tú,  más seré Yo tu vida y tú un cielo de reposo para Mí.

 

Háblame porque estoy contigo,  no creas que estás sola porque no Me ves… Te veo,  te  oigo…  Háblame,  sonríeme porque soy tu Compañero inseparable.

 

Si me agradas es por tu pequeñez.  No te pido más que dos cosas:  amor y abandono… Quiero que seas como una vasija vacía que Yo me encargaré de llenar.  En cuanto a ti,  no tengas medida en el amor…  Ama y deja a tu Creador que se ocupe de su criatura…

 

Si eres pobre,  Yo soy rico,  si eres débil,  Yo soy la misma fortaleza,  Lo que te pido es que no Me niegues nada;  te  defenderé… te levantaré… Tú abandónate;  Yo lo haré todo…»

 

 

«Quiero que todo,  aún lo más pequeño,  Me lo ofrezcas para consolar a mi Corazón de lo que sufre,  sobre todo con las almas que Me están consagradas.

 

Quiero que descanses sin temor en Mi Corazón.  Míralo bien y verás hasta que punto ese fuego es capaz de consumir todo lo imperfecto que hay en tí.

 

Quiero que te abandones a mi corazón y no te ocupes más que de complacerme.  Acuérdate que soy tu Padre.  tu Salvador y tu Dios.

 

Entra en este Corazón que es un abismo de amor y nada temas.

 

No te pido que merezcas las gracias que te hago:  lo que quiero es que las recibas.  Déjame obrar en ti.

 

Tengo los ojos fijos en tí,  fija en Mí los tuyos.  No me importa tu nada ni aun tus caídas…  Mi Sangre lo borra todo.  Bástate saber que te amo… Tú abandónate…»

 

«El alma que verdaderamente se abandona a Mi,  Me  agrada tanto,  que a pesar de sus miserias e imperfecciones.  hago de ellas mi Cielo y Me complazco en habitar en ella».

 

«Si Me lo abandonas todo,  todo lo encontrarás en mi Corazón.

 

Necesito corazones que amen… Almas que reparen…  y víctimas que se inmolen… pero sobre todo,  almas que se abandonen…»

 

«Déjate conducir con los ojos cerrados,  que Yo soy tu Padre y los tengo abiertos para conducirte y guiarte.

 

Cuando me llamas Padre,  atraes mis miradas complacidas,  y mi Corazón se obliga a cuidar de tí…  No sabes cómo se alegran los padres cuando su hijito empieza a hablar y pronuncia el nombre tan tierno de ¡Padre!…  Al oírlo le abren los brazos,  lo estrechan contra su corazón,  con tanta ternura y amor,  que experimentan un goce muy superior a todos los placeres de este mundo por dulces y suaves que sean.  Pues si un  padre y una madre de la tierra lo hacen así,  ¿qué hará el que es a la vez:  Padre,  Madre,  Creador,  Salvador  y  Esposo?  ¿Qué corazón puede igualar al Mío en ternura y amor?

 

Si,  alma querida cuando estés oprimida y angustiada,  ven,  acude a Mí,  dime:  «Padre»  y descansa en mi Corazón.

 

Si no puedes postrarte a mis pies como quisieras en medio de tu trabajo,  repite esta palabra Padre y Yo te ayudaré,  te sostendré,  te guiaré y te consolaré».

 

«Mira mi Corazón.  Este es el libro en que debes meditar.  El te enseñará todas las virtudes y sobre todo el celo de mi gloria y de la salvación de las almas».

 

Mira bien mi Corazón.  Es el asilo de los miserables y por consiguiente el tuyo,  porque ¿quién más miserable que tú?

 

Mira el fondo de mi Corazón y verás que es el crisol donde se purifican los corazones más manchados y después son inflamados  en el amor.  Ven,  acércate a este horno;  deja aquí tus miserias y tus pecados.  Ten confianza y cree en Mí  que soy tu Salvador.

 

Mira aún mi Corazón.  Es el manantial de agua viva.  Arrójate en El,  y bebe hasta apagar tu sed.  Deseo y quiero que todas las almas vengan a este manantial para que encuentren en él su refrigerio.

 

En cuanto a tí,  te he colocado muy adentro de mi Corazón porque como eres muy pequeña no hubieras podido venir tú sola…  Aprovecha y bebe las gracias que te doy.  Deja que mi amor trabaje en ti y sigue siendo muy pequeña».

 

Sí,  dices bien.  ¡Soy bueno!  Para que las almas lo comprendan sólo una cosa necesitan.  unión y vida interior.

 

¡Cuanto mejor Me conocerían las almas,  si vivieran más unidas a Mí…

 

Este será nuestro trabajo en el Cielo:  enseñarles a vivir Conmigo;  no como si Me encontrara lejos de ellas,  sino en la más estrecha intimidad;  puesto que vivo en ellas por la gracia.

 

Si mis almas escogidas viven así y Me conocen de veras,  ¡cuánto bien podrían hacer a tantas pobres almas que viven lejos de Mí,  sin conocerme!

 

Cuando mis almas se unen a Mí conocen mis sentimientos,  saben cuán ofendido soy,  Me consuelan,  reparan… y llenas de confianza en mi Bondad piden perdón y obtienen gracia para el mundo».

 

«Tu me amas porque soy bueno:  Yo te amo porque eres pequeña y porque Me has dado tu pequeñez».

Fuente: Palabras de N.S. Jesucristo a Sor Josefa Menéndez


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