Novena a La Divina Misericordia


 

La Novena a La Divina Misericordia

(Diario lll, 57-65)

Se recomienda que se recen las

siguientes intenciones y oraciones de la novena

junto con la Coronilla de La Divina Misericordia,

ya que Nuestro Señor pidió específicamente una

novena de Coronillas,  especialmente antes de la

Fiesta de La Misericordia.


Primer  Día

«Hoy, tráeme a

TODA  LA  HUMANIDAD Y

ESPECIALMENTE A LOS PECADORES,

Y sumérgelos  en el mar de mi misericordia.   De esta manera forma,  me  consolarás  de  la  amarga pesadumbre (en) que me  sume  la  pérdida  de  las  almas».

Jesús Misericordiosísimo,  cuya naturaleza es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires nuestros pecados,  sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita.  Acógenos en la morada de tu Compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de el.  Te  lo suplicamos por tu amor,  que te une al Padre y al Espíritu Santo.

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre toda la humanidad y especialmente,  a los pobres  pecadores,  que  están  encerrados  en el Compasivísimo Corazón de Jesús y por su Dolorosa Pasión,  muéstranos tu misericordia para que alabemos la omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos.  Amén.

 

SEGUNDO  DÍA

«Hoy,  tráeme a

LAS ALMAS DE LOS SACERDOTES

Y LOS RELIGIOSOS,

y sumérgelas en mi misericordia insondable.

fueron ellas las que me dieron fortaleza para

soportar mi amarga Pasión.  A través de ellas,

como por canales, mi misericordia fluye hacia la humanidad».

 

esús Misericordiosísimo,  de quien procede todo bien,  aumenta tu gracia en los hombres y las mujeres  consagradas a tu servicio*  para que realicen dignas obras de misericordia,  de manera que todos aquellos que los vean,  glorifiquen al Padre de La Misericordia que está en el cielo.

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre el grupo elegido de tu viña,  a las almas de los sacerdotes y a las almas de los religiosos;  otórgales el poder de tu bendición.  Por el amor del Corazón de tu Hijo,  en el cual están encerradas,  concédeles el poder de tu luz,  para que puedan guiar a otros en el camino de la salvación y a una sola voz canten alabanzas a tu misericordia sin límites por los siglos de los siglos.  Amén.

*En el texto original,  Sor Faustina usa el pronombre «nosotros»,  ya que ofrecía esta oración como una hermana religiosa consagrada.  La fraseología usada aquí es para que esta oración pueda ser utilizada universalmente.

TERCER DÍA

«Hoy, tráeme a

TODAS LAS ALMAS DEVOTAS Y FIELES,

 

Y sumérgelas  en el mar de mi misericordia.  Estas almas me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura».

Jesús Misericordiosísimo,  que desde el tesoro de tu misericordia les concedes a todos tus gracias en gran abundancia,  acógenos  en  la  morada  de  tu  Compasivísimo  Corazón  y  nunca  nos dejes escapar de el.  Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre Celestial.

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas fieles como herencia de tu Hijo y por su dolorosa Pasión,  concédeles  tu  bendición y rodéalas con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe,  sino que,  con toda la legión de los Ángeles y los  Santos,  glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

CUARTO  DÍA

«Hoy,  tráeme a

AQUELLOS QUE NO CREEN EN DIOS* Y

AQUELLOS QUE TODAVÍA NO ME

CONOCEN.

 

También pensaba en ellos durante mi amarga Pasión y su futuro celo consoló mi Corazón .  Sumérgelos  en el mar de mi misericordia».

Jesús Copasivísimo,  que eres la Luz del mundo entero,  acoge en la morada de tu Piadosísimo Corazón a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos que todavía no te conocen.  Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también ellas,  unidas a nosotros,  ensalcen tu misericordia admirable y no las dejes salir  de  la morada  de  tu  Compasivísimo  Corazón.

 

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas de aquellos que no creen en ti y de los que todavía no te conocen,  pero que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.  Atraélas  hacia  la  Luz  del  Evangelio.  Etas  almas  desconocen  la  gran  felicidad  que  es  amarte.

Concédeles que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia por los siglos de los siglos.  Amén».

*Nuestro Señor originalmente usó las palabras «los paganos».

Desde el pontificado del Papa Juan XXlll,  la Iglesia ha juzgado

apropiado el reemplazo de este término con una terminología

más clara y adecuada.

QUINTO DÍA

«Hoy, tráeme a

LAS ALMAS DE LOS HERMANOS

SEPARADOS

Y sumérgelas en el mar de mi misericordia.

Durante mi amarga Pasión,

desgarraron mi Cuerpo y mi Corazón,

es decir,  mi Iglesia.  Según regresan a la Iglesia,

mis  heridas cicatrizan y de este modo alivian mi Pasión».

Jesús  Misericordiosísimo,  que eres la Bondad Misma, tú no niegas la luz a quienes te la piden.  Acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas de nuestros hermanos separados y llévalas con  tu luz a la unidad con la Iglesia y no las dejes escapar de la morada de tu Compasivísimo Corazón,  sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad de tu misericordia.

 

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas de nuestros hermanos separados que han malgastado tus bendiciones y han abusado de tus gracias,  por persistir obstinadamente en sus errores.  No mires sus errores,  sino el amor de tu Hijo y su amarga Pasión que sufrió por ellos,  ya que también ellos están encerrados en el Compasivísimo  Corazón  de Jesús.  Has  que también ellos glorifiquen tu gran misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

 

SEXTO  DÍA

«Hoy, tráeme a

Las almas Mansas y Humildes, y Las

ALMAS DE LOS NIÑOS PEQUEÑOS.

y sumérgelas en mi misericordia.  Estas son las

almas más semejantes a mi Corazón.  Ellas me

fortalecieron durante mi amarga agonía.  Las veía

como Ángeles terrestres que velarán al pie de mis

altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de

gracias.  Solamente el alma humilde es capaz de

recibir mi gracia;  concedo mi confianza a las

almas humildes».

 

Jesús  Misericordiosísimo,  tú Mismo has dicho:  «Aprended de mí,  que soy manso y humilde de corazón».  Acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a todas las almas mansas y humildes,  y a las almas de los niños pequeños,  Estas almas llevan a todo el cielo  al  éxtasis  y  son  las  preferidas  del  Padre Celestial.  Son como un ramillete  perfumado ante el trono de Dios,  de cuyo perfume se deleita Dios Mismo.  Estas almas tienen una morada permanente en tu Compasivísimo Corazón y cantan sin cesar un himno de amor y misericordia por la eternidad.

 

Padre   Eterno,   vuelve  tu  mirada  misericordiosa  sobre  las  almas  mansas  y  humildes,  y  a  las  almas  de  los  niños  pequeños  que  están  encerradas  en el Compasivísimo Corazón de Jesús.  Estas almas se asemejan más a Tú Hijo.  Su fragancia asciende  desde la  tierra y alcanza tu trono.  Padre  de misericordia y de toda bondad,  te suplico por el amor que tienes por estas almas y el gozo que te proporcionan,  bendice  al mundo entero para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia por los siglos de los siglos.  Amén.

SEPTIMO  DÍA

«Hoy, tráeme a

LAS ALMAS QUE VENERAN Y GLORIFICAN

ESPECIALMENTE MI MISERICORDIA

 

Y sumérgelas en mi misericordia.  Estas almas son

las que más lamentaron mi Pasión y penetraron

más profundamente en mi Espíritu.  Ellas son un

reloj viviente de mi Corazón Compasivo.  Estas

almas resplandecerán con un resplandor especial

en la vida futura.  Ninguna de ellas irá al fuego del

infierno.  Defenderé de modo especial a cada una

a  la  hora  de  la muerte.

 

Jesús Misericordiosísimo,  cuyo corazón es el  Amor  mismo,  acoge  en  la  morada  de  tu  Compasivísimo  Corazón  a las almas  que  veneran  y  ensalzan  de  modo  particular  la  grandeza  de  tu  misericordia.  Estas almas son fuertes con el poder de Dios Mismo.  En medio de toda clase de aflicciones  y  adversidades  siguen  adelante  confiadas  en tu misericordia y unidas a ti,  ellas cargan sobre sus hombros  a  toda  la  humanidad.  Estas almas no serán juzgadas severamente,  sino que tu misericordia las envolverá  a  la  hora  de  la  muerte.

 

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas que glorifican y veneran tu atributo supremo,  es decir,  tu misericordia insondable y que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.  Estas almas son un Evangelio viviente,  sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones desbordantes de gozo cantan a ti, oh Altísimo,  un cántico de misericordia.  Te  suplico,  oh Dios,  muéstrales tu misericordia según esperanza y la confianza que ha puesto en ti.  Que se cumpla en ellas la promesa de Jesús quien les dijo que:  «a las almas que veneren esta infinita misericordia mía,  yo Mismo  las defenderé  como mi gloria durante  sus  vidas  y,  especialmente,  a  la  hora  de  la  muerte».  Amén

OCTAVO  DÍA

«Hoy,  tráeme a

LAS ALMAS QUE ESTAN DETENIDAS

EN EL PURGATORIO,

Y sumérgelas en el abismo de mi misericordia.

Que los torrentes de mi sangre refresquen el

ardor del Purgatorio.  Todas estas almas son muy

amadas por mí.  Ellas  cumplen con el justo castigo

que se debe a mi justicia.  Está en tupoder

llevarles alivio.  Haz uso de todas las indulgencias

del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas en su nombre.

Oh,  si conocieras los tormentos que ellas sufren

ofrecerías continuamente por ellas las limosnas

del espíritu y saldarías las deudas que tienen con

mi  Justicia«.

Jesús  Misericordiosísimo,  Tú Mismo has dicho que deseas la misericordia,  he aquí  que llevo a la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas dell Purgatorio, almas que te son muy queridas.  pero que deben pagar su culpa adecuada a tu Justicia.  Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron de tu Corazón,  apaguen  el fuego  del Purgatorio para que también allí sea glorificado  el  poder  de  tu misericordia.

 

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas que sufren en el Purgatorio y que están encerradas en el Compasivísimo Corazón de Jesús.  Te  suplico por la dolorosa Pasión de Jesús,  Tu Hijo y por toda la amargura con la cual su Sacratísima Alma fue inundada,  muéstra tu misericordia a las almas que están bajo tu justo escrutinio.  No  las mires sino a través de las heridas de Jesús,  Tu  Amadísimo Hijo,  porque creemos firmemente que tu bondad y tu compasión  no  tienen  límites.  Amén.

 

 

NOVENO  DÍA

«Hoy, traeme a

LAS  ALMAS  TIBIAS

Y  sumérgelas  en el abismo de mi misericordia.

Estas almas son las que más dolorosamente

hieren mi Corazón.  A causa de las almas tibias,

mi  Alma experimentó la más intensa

repugnancia en el Huerto  de los Olivos.  A causa  de  ellas  dije».  Para  ellas,  la  última  tabla  de  salvación  consiste  en recurrir  a  mi misericordia».

 

Jesús  Misericordiosísimo,  que eres la Compasión  Mísma,  te traigo a las almas tibias a la morada de tu Piadosísimo Corazón.  Que estas almas heladas que se parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu puro amor puro.  Oh Jesús Compasivísimo,  ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atraélas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo,  porque tú lo puedes todo.

Padre Eterno,  vuelve tu mirada misericordiosa sobre las almas tibias que,  sin embargo,  están encerradas  en el Piadosisímo Corazón de Jesús.  Padre  de  Misericordia,  te suplico,  por la amarga Pasión de Tú Hijo y por su agonía de tres horas en la Cruz,  permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia.  Amén».

Fuente: Diario de Sor Fausina

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