Martes Santo: Meditación


 

Purísimo Jesús mio,  los soldados  te quitan tus vestiduras para azotarte… Ya toman las sogas y te atan los brazos,  pero con tanta fuerza que en seguida se hinchan y de los dedos tr brota Sangre.

Pero mi amantísimo Jesús,  con la luz que irradia de sus ojos, me dice: «Era necesario que  yo fuera desnudado para reparar por tantos que se despojan de todo pudor,  de candor y de inocencia;  que se desnudan de todo bien y virtud y de mi Gracia,  y se visten de toda brutalidad,  viviendo  a la manera de las bestias.  En mi virginal confusión quise reparar por tantas deshonestidades y lujurias y placeres bestiales».

Veo que los berdugos toman los flagelos y te azotan sin piedad,  tanto,  que todo tu santísimo cuerpo queda livido;  y con tanta ferocidad y furor te golpean que están ya cansados, pero otros dos verdugos los sustituyen…  toman otros flagelos y te azotan tanto que en seguida comienza a chorrear la Sangre de tu Santísimo Cuerpo a torrentes...  y lo continúan golpeando todo,  abriendo surcos…  haciéndolo todo una llaga. Pero aún no les basta,  otros dos continúan,  y con nuevos flagelos más agudos y pesados prosiguen la dolorosa carnicería.  A los primeros golpes esas carnes llagadas se desgarran y a pedazos caen por tierra;  los huesos quedan al descubierto y la Sangre chorrea y cae al suelo formando un verdadero lago en torno a la columna…

Jesús, flagelado amor mío, poniendo atención en mis oídos,  percibo tus ahogados gemidos,  los cuales no se escuchan bien porque la tempestad de golpes ensordece el ambiente, y en esos gemidos oigo que dices:  «Ustedes todos los que me aman,  vengan a aprender el heroísmo del verdadero Amor, vengan a saciar en mí Sangre la sed de sus pasiones, la sed de tantas ambiciones,  de tantos deseos de placeres… de tanta sensualidad.  En esta Sangre mía hallarán el remedio para todos sus males.

Mírame,  oh Padre,  hecho todo una llaga bajo esta tempestad de golpes,  pero no me basta,  pues quiero formar en mi cuerpo tantas llagas,  que en el Cielo de mi Humanidad, sean suficientes moradas para todas las almas,  de modo que forme en Mí mismo su Salvación,  para hacerlas pasar luego al Cielo de la Divinidad… Padre mío,  cada golpe de flagelo repare ante Tí, una por una, cada especie de pecado, y al golpearme a Mí,  sean excusa para quienes los cometen… Que  estos golpes golpeen los corazones de las criaturas y les hablen de mi Amor por ellas,  tanto que las obliguen a rendirse a Mí.» y mientras así dice,  es tan grande tu Amor que incitas casi a los verdugos a que te azoten  aún más…. Y  aunque tu Amor no está cansado,  los verdugos no tienen ya más fuerzas y no pueden proseguir tan dolorosa carnicería… Te sueltan las cuerdas,  y Tú,  casi muerto, caes en tu propia Sangre.  y  al ver los pedazos de tu Carne te  sientes morir de dolor,  pues ves en esas carnes arrancadas de ti a las almas perdidas… Y es tan inmenso  tu dolor que agonizas en tu propia sangre…

 

Fuente: Las  Horas  de la Pasión de Luisa Picarreta

 

AFECTOS DE AMOR

Atribuida a San Francisco Javier

 

Para servirte,  Dios mío, no me motiva el terror de tu Mano

arrojando rayos,  ni el honor del fuego del infierno ardiendo eternamente:

Tu me motivas, Dios mío,   por ti mismo:  Tú,  Jesucristo, atravesado,

me atraes,  la Cruz me obliga,  y me enciende,  oh Jesús;  la Sangre que brota

de tus Llagas. Si no existiera el fuego del infierno y se quitara la esperanza de la

Gloria,  yo,  sin embargo, oh Criador mío,  prendado de tus bondades,

admirando tu sublime Divinidad,  Santa y Misericordiosa,  proseguiré en el

amor ya comenzado.

A ti,  Jesús, Hijo de Dios,  a ti, Hijo de la Virgen,  Manso,  Fuerte,  Inocente,

que te dignaste morir por nosotros,  que todo lo mereces,  amaré sin

recompensa.  Amén.

 


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