SAN NICOLÁS DE BARI


 

SAN NICOLÁS  DE  MIRA

 

O  DE BARI

 

La vida de San Nicolás está llena de sabrosas leyendas, muchas  de

las cuales han llegado hasta nosotros.



Empezamos esta sucinta biografía invocándole como lo hace la liturgia oriental: «San Nicolás, nuestro Padre, sé nuestro embajador ante Cristo, para que consigamos la salvación de nuestras almas».

 

La vida de San Nicolás está llena de sabrosas leyendas, muchas de las cuales han llegado hasta nosotros.

Empezamos esta sucinta biografía invocándole como lo hace la liturgia oriental: «San Nicolás, nuestro Padre, sé nuestro embajador ante Cristo, para que consigamos la salvación de nuestras almas».

 

Nació allá por el año 280 en Patara de Licia. Recibió una buena educación de sus padres a los que parece perdió de muy niño. Unos parientes suyos se encargaron de su educación. Ya mayor se dio cuenta que los bienes de esta tierra no hacen felices y se dedicó a ayudar a todos los necesitados. Entonces empezó ya a obrar milagros de los que está llena su biografía y la devoción popular ha hecho llegar hasta nosotros. Por ejemplo, aquel de un señor que tiene tres hijas y quiere casarlas en un buen partido. Para ello, como no dispone de medios de fortuna, les manda que se entreguen a la infamia de la prostitución. Se entera Nicolás y deja caer ocultamente una bolsa de dinero en la ventana del padre de las tres muchachas. Con este dinero ha encontrado la dote para la hija mayor… Y así una noche y otra noche hasta que las tres encuentran la vocación de sus vidas: un ejemplar matrimonio gracias a la generosidad de Nicolás a quien ni siquiera conocen.

Al perder a sus padres, fue un tío suyo, que era obispo de Mira, quien le patrocinó y ayudó hasta que llegó a ordenarse sacerdote. Pero aquella vida tampoco le llenaba y por lo mismo decidió abandonar el mundo y se retiró a la Tebaida, aquellos yermos donde abundaban los monjes que huyendo del mundo llevaban vida de oración y sacrificio, sólo entregados a Dios.

 

Se encontraba en este remanso de paz cuando murió su tío el Obispo de Mira y los ojos del clero y del pueblo se posaron en Nicolás, quien muy a pesar suyo hubo de abandonar su retiro para entregarse al apostolado de la diócesis. La gobernó con gran prudencia y sabiduría y, sobre todo, con enorme caridad. No había pobre que acudiera a su casa que no encontrase remedio en sus necesidades. Hasta se privaba de lo más necesario para sí con tal de que los demás no padeciesen dificultades.

 

La elección de Nicolás como Obispo de Mira (Turquía) fue rodeada de milagros. También la de su consagración episcopal. La leyenda dice que una mujer llevó a su hijito que se había abrasado en las llamas y lo puso a los pies del nuevo obispo y Nicolás le devolvió la vida.

 

El año 325 se celebraba el primer Concilio de la Iglesia Universal en la ciudad de Nicea. Parece ser que en él tomó parte nuestro Santo. Durante este viaje colocan el famoso milagro en el que devolvió la vida a tres jóvenes que un bárbaro hotelero había matado para dar de comer a los que acudían a su mesón. Por ello suelen pintar a San Nicolás con un cubo y tres cabecitas de niños que resucita.

La devoción a San Nicolás es la más popular en muchos países, sobre todo por celebrarlo como «Santa Klaus» y como abogado en peligros. Tiene muchas iglesias dedicadas en todo el mundo, sobre todo en Grecia. Se le llama «de Bari» porque desde el siglo XI resposan allí sus reliquias.

Iglesia de san nicolas fachada 2.JPG

 


Fuente: del Santoral



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