Santa Brígida La Preciosísima Sangre de Jesucristo


 

Las Quince Oraciones de Santa Brígida

 

(Versión completa)

Un Año

 

Las quince gotitas diarias de la Sangre de Jesús que destruirán la dura coraza de tu alma

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  Los invitamos a que nos acompañen, rezando estas oraciones durante un año completo, se puede comenzar en cualquier día del año. 

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  Santa Brígida recibió dos juegos de oraciones de Nuestro Señor Jesucristo y otro juego de Nuestra Madre la Santísima Inmaculada Virgen María. Uno de los juegos de Nuestro Señor los rezamos durante un año (oraciones que están aquí), mientras que el otro lo rezamos por doce años:

De Nuestra Madre recibió la devoción diaria a sus Siete Dolores. Nuestro Señor y la Santísima Virgen prometieron tanto a través de Santa Brígida de Suecia a las almas que recen estas oraciones, que debemos lograr que se vuelvan mucho más conocidas. Para ello les solicitamos que las divulguen entre familiares y amigos.

 

 

Oración

 Santa Brígida,

te rogamos nos alcances del Señor,

la perseverancia diaria para rezar estas oraciones

por las Santas Llagas de Jesucristo.

Tráenos de su Divina Misericordia

el privilegio de meditarlas

y su aprovechamiento espiritual.

Intercede ante el Señor

para que disfrutemos con gozo de las promesas que contienen,

por mediación de Nuestra Santísima Madre.

Amén.

 

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Para que se cumplan las promesas, se deben rezar las 15 oraciones (las quince oraciones todos los días) durante un año completo.  No se debe faltar. Si faltase por alguna vez, se perderán los PRIVILEGIOS (aunque vayan terminando el mes doce, ¿se saltaron un día? ¡No sirve! Tienen tiempo, en caso de olvido, después de las 12:00 de la noche, hasta la madrugada, antes del alba). Se debería  empezar de nuevo otra vez rezando las oraciones diariamente por el año entero. Suponiendo que durante el año completo se rezan 5480 oraciones. Se debe rezar con devoción, concentrando en las palabras que se pronuncian. Las oraciones se rezan mentalmente, es decir se van leyendo. Se rezan en forma individual; no son para ser rezadas en comunidad, cada persona las debe rezar por separado.

 

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El papa Pio IX declaró conocimiento de estas oraciones.  De esta manera, el Sumo Pontífice admitió la autenticidad de esta plegaria para el bien de las almas; y firmó la aprobación el día 31 de mayo de 1862.

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Esta declaración del Santo Padre Pío IX fue confirmada con actos tangibles y concretos. Las promesas ya se han realizado a favor de todas las personas que han rezado estas oraciones. Además, se han producido numerosos hechos sobrenaturales. Por este medio, Dios se ha dignado dar a conocer la rigurosa veracidad de estas oraciones y promesas.

 

 Los que visitan la Iglesia de San Pablo en Roma todavía pueden contemplar el Crucifijo Milagroso, colocado arriba del Sagrario, se encuentra en la Capilla del Santísimo Sacramento. Este Crucifijo Milagroso fue esculpido por Pierre Cavallini. Es el mismo crucifijo ante cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones del mismo Nuestro Señor.

 

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Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:

“Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes (recordemos que fueron sesenta los verdugos quienes lo azotaron, quienes se iban relevando, Pilato había prometido dejarlo libre después del castigo y los judíos sobornaron a los verdugos para que resultara muerto, pero Jesús no moría y seguían azotándolo y azotándolo, por ello se explica la cantidad de azotes que recibió y se podrán dar cuenta en las condiciones deplorables en que llevó la Cruz). Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas”. (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.)

 

Nota: Posteriormente se le agregó el Gloria (a la Santísima Trinidad)

 

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LAS PROMESAS 

 

El Crucificado prometió a Santa Brígida los siguientes privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Oficio Divino. 

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Y se garantizaban también a todo aquel que diga las oraciones devotamente cada día por el espacio de un año, las siguientes promesas: 

 

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1.- Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá el grado máximo de perfección. 

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2.- Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos. 

 

3.- Quince días antes de su muerte le daré mi precioso cuerpo a fin de que escape del hambre eterna; le daré a beber de mi preciosa sangre para que no permanezca sediento eternamente. 

4.- Libraré del purgatorio a 15 miembros de su familia (algunas pueden ser del pasado, otras del presente y también del futuro)

5.- Quince miembros de su familia serán confirmados y preservados en gracia. (lo mismo)

 

6.- Quince miembros de su familia se convertirán. (lo mismo)

7.- Cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años, pero si recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el Señor le perdonaré todos sus pecados. 

 

8.- Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está por morir (sin que la persona tenga el conocimiento que está por morir próximamente), prolongaré su existencia para que se confiese bien (confesión de vida)

 

9.- Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.

 

10.- En cualquier parte donde esté diciendo las oraciones, o donde se digan, Dios estará presente con su gracia. 

 

11.- Todo aquel que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables méritos y su gloria será mayor en el cielo.

 

12.- Por cada vez que se reciten estas oraciones, se ganarán 100 días de indulgencia.

 

13.- Será liberado de la muerte eterna. (no se condenará)

 

14.- Goza de la promesa de que será contado entre los bienaventurados del cielo.

 

15.- Lo defenderé contra las tentaciones del mal. 

 

16.- Preservaré y guardaré sus cinco sentidos. 

 

17.- Lo preservaré de una muerte repentina. 

 

18.- Yo colocaré mi cruz victoriosa ante él para que venza a sus enemigos. (Satanás y sus huestes)

 

19.- Antes de su muerte vendré con mi amada Madre, la Santísima Virgen Inmaculada. 

 

20.- Lo recibiré muy complacido y lo conduciré a los gozos eternos. Y habiéndolo llevado allí, le daré de beber de la fuente de mi divinidad ; cosa que no haré con los que no hayan recitado Mis oraciones.

 

21.- Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los Santo Ángeles.

 

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Algo importante antes de comenzar 

 

 

 Les aconsejamos que soliciten ayuda a vuestros parientes que se encuentran en el purgatorio, pues ellos están muy interesados en que ustedes perseveren. Deben saber que el demonio estará siempre tratando de que fracasen. Cuidado con dejarlo para la noche, cuidado con la noche, a veces es imposible por los acontecimientos del día, pero traten de evitarlo todas las veces que puedan. Nos sucedió varias veces, sentados y vestidos pero ya muy entrada la noche, nos quedábamos dormidos en cada Avemaría, despertábamos y en la siguiente oración; lo mismo: tardamos tres veces el tiempo acostumbrado. En otras ocasiones, nos ayudó bastante cuando por el cansancio del día y por haberlo dejado para la noche, al sentir venir el sueño, con el dedo pulgar hacer la señal de la cruz, adelante, izquierda y derecha (en nuestra frente), se quita el sueños por algunos minutos pero luego vuelve. Esto hay que repetirlo sin dejar de  rezar las oraciones, toda vez que se necesite.

 

 

 Pero queremos contarles que al final lo logramos. ¡Ustedes también pueden!

 

ORACIONES

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Para empezar, invoquemos al Dulce Huésped de nuestras almas. 


Señal de la Cruz.

 

Ven Espíritu Santo,

llena los corazones de tus fieles

y enciende en ellos el fuego eterno de tu amor.

Envía Señor tu Espíritu

y todo será creado y se renovará la faz de la tierra.

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Oremos:

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Oh Dios,

que instruiste los corazones de tus fieles

con la luz de tu Espíritu Santo,

concédenos que animados

y guiados por este mismo Espíritu,

aprendamos a obrar rectamente siempre

y gocemos de la dulzura del bien de sus divinos consuelos.

Por Cristo nuestro Señor. Así sea.

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Un Credo al Sagrado Corazón de Jesús,

haciendo un acto de Fe.

 

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PRIMERA ORACIÓN 

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 ¡Oh Jesús mío!

¡Oh eterna dulzura para los que te amamos!

¡Oh gozo supremo que supera todo gozo y deseo!

¡Oh salvación y esperanza nuestra!

Infinitas pruebas nos has dado de que tu mayor deseo es

estar siempre con nosotros;

y fue este sublime deseo,

¡Oh bendito amor!

El que te llevó a asumir la naturaleza humana.

¡Oh Verbo Encarnado!,

recuerda aquella Santa Pasión que abrazaste por nosotros,

para cumplir con el divino plan de reconciliación de Dios

con su criatura.

Recuerda Señor tu última cena,

cuando rodeado de tus discípulos,

y después de haberles lavado los pies,

les diste tu precioso cuerpo y sangre.

Recuerda también cuando tuviste que consolarlos al

anunciarles tu ya próxima Pasión. 

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Fue en el huerto de los Olivos,

¡Oh Señor!,

donde se escenificaron los peores momentos de tu Sagrada

Pasión:

porque fuiste invadido por la más infinita de las tristezas

y por la más dolorosa de las amarguras,

y que te llevaron a exclamar todo lleno de horror

y de angustia:

«¡Mi alma está triste hasta la muerte!»…

Tres horas duró tu agonía en aquel jardín;

y todo el miedo, angustia y dolor que padeciste allí,

¡fueron tan grandes!,

que te causó sudar sangre copiosamente.

Aquello escapaba a toda descripción,

hasta tal punto que sufriste más allí que en el resto de tu

Pasión,

 porque ante tus divinos ojos desfilaron aquellas

terribles visiones de los pecados que se cometieron desde

Adán y Eva hasta aquellos mismos instantes,

y los pecados que se estaban cometiendo en aquellos

momentos por toda la faz de la tierra,

y los que se cometerían en el futuro,

¡siglos enteros!,

¡hasta la consumación de los tiempos! 

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Pero, ¡Oh amor que todo lo vence!

A pesar de tu temor humano,

así contestaste a tu Padre:

«¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!»

E inmediatamente,

tu Padre envió aquel precioso Ángel

para confortarte…

Tres veces oraste,

y al final llegó tu discípulo traidor,

Judas.

¡Cuánto te dolió aquello! 

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Fuiste arrestado por el pueblo de aquella nación que Tú

mismo habías escogido y exaltado.

Tres jueces te juzgaron,

falsos testigos te acusaron,

cometiendo el acto más injusto de la historia de la

humanidad,

¡condenando a muerte a su Autor y Redentor!

¡A aquél que venía a regalarnos la vida eterna!

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Y te despojaron de tus vestiduras y te cubrieron los ojos…

e inmediatamente aquellos soldados romanos comenzaron

a abofetearte,

y llenarte de salivazos,

y golpes llovieron contra tu delicado cuerpo.

Y te retaban a que les dijeras quién era el que te lo hacía.

De repente, aquella corona de espinas te la incrustaron

mutilando tu cabeza de mala manera;

¡rompiendo carne, venas y nervios!

Para contemplar la mofa a tu condición de Rey,

te dieron un cetro:

una vulgar caña que colocaron en tus sagradas manos. 

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¡Oh sublime enamorado de nuestras almas!,

recuerda también cuando te ataron a la columna.

¡Cómo te flageló aquella gente!…

No quedó lugar alguno en tu maravilloso cuerpo que no

quedara destrozado bajo los golpes de los látigos.

Otro cuerpo humano hubiese muerto con menos golpes…

La escena era terrible:

¡huesos y costillas podían verse!

¡Cuánta furia desatada contra el Hombre-Dios! 

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Oh Jesús mío, en memoria de aquellos crueles tormentos

que padeciste por nosotros antes de la crucifixión,

concédenos antes de morir un verdadero arrepentimiento

de nuestros pecados,

que podamos satisfacer por ellos,

que hagamos una santa confesión,

te recibamos en la Santísima Eucaristía,

y así, alimentada nuestra alma,

podamos volar hacia Ti.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

SEGUNDA ORACIÓN


 ¡Oh salud y alimento de mi alma,

libertad verdadera de ángeles y santos!,

¡Paraíso de delicias!

Recuerda el horror y la tristeza que sufriste camino al

lugar donde te aguardaba una cruz,

cuatro clavos y los verdugos cuando toda aquella turba se

apretujaba a tu paso,

y te golpeaba e insultaba impunemente,

haciéndote víctima de las más espantosas crueldades.

Pero más te dolía la ingratitud de ellos,

que los golpes que te infligían,

pues era precisamente por ellos y por todo el género

humano,

que llevabas aquella Cruz sobre tus hombros destrozados. 

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Por todos aquellos tormentos y ultrajes,

y por las blasfemias proferidas en contra de Ti,

te rogamos, ¡Oh dueño de nuestra alma!

que nos libres de nuestros enemigos,

visibles e invisibles,

y que bajo tu protección logremos tal perfección

y santidad,

que merezcamos entrar contigo en tu Reino.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 

TERCERA ORACIÓN

 


¡Oh dueño de nuestra existencia!

Tú que siendo el Creador del Universo,

del Cielo y de la Tierra,

de ángeles y hombres,

a quien nada puede abarcar ni limitar

y que todo lo envuelves y sostienes con tu amoroso poder,

sin embargo, te dejaste matar por tu obra maestra,

el hombre, para justificarlo ante Ti mismo. 

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Recuerda cada dolor sufrido, cada tormento soportado por nuestro amor, cuando los judíos con enormes clavos taladraron tus sagradas manos y pies.

¡Que espantosa escena se produjo cuando con indescriptible crueldad, tu cuerpo tuvo que ser estirado sobre la Cruz para que tus manos y pies llegaran hasta los agujeros previamente abiertos en el madero!

¡Con cuánta furia agrandaron aquellas heridas!

¡Cómo agregaron dolor al dolor, cuando tuvieron que estirar tus sagrados miembros violentamente en todas direcciones!

¡Oh Varón de dolores! 

 

Recuerda cuando tus músculos y tendones eran estirados sin misericordia, y tus venas se rompían, y tu piel virginal se desgarraba horriblemente, y tus huesos eran dislocados. 

¡Oh Cordero Divino! en memoria de todo lo ocurrido en la colina del Gólgota, te rogamos nos concedas la gracia de amarte y honrarte cada día más y más. 

 

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria) 

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CUARTA ORACIÓN


¡Oh divino mártir de amor!

¡Oh médico celestial que te dejaste suspender en la Cruz para que por tus heridas las nuestras fueron curadas!

Recuerda cada una de aquellas heridas

y la tremenda debilidad de tus miembros,

que fueron distendidos hasta tal punto que jamás ha habido dolor semejante al tuyo.

Desde la cabeza a los pies eras todo llaga,

todo dolor,

todo sufrías;

eras una masa rota y sanguinolenta,

y aún así llegaste,

para sorpresa de tus verdugos,

a suplicar a tu Padre, eterno perdón para ellos diciéndole:

¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!

.

 

¡Oh Cristo bendito!

En memoria de esta gran misericordia que tuviste,

que muy bien pudiste lanzar a todo aquel mundo malvado a los abismos infernales con un solo acto de tu poderosa voluntad,

por aquella tan grande misericordia que superó a tu justicia divina,

concédenos una contrición perfecta

y la remisión total de nuestros pecados,

desde el primero hasta el último, y que jamás volvamos a ofenderte.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

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QUINTA ORACIÓN

 


 ¡Oh Jesús, Oh esplendor de la eternidad!

Recuerda cuando contemplaste en la Luz de tu Divinidad,

las almas de los predestinados que serían rescatados por

los méritos de tu Sagrada Pasión,

también viste aquella tremenda multitud que sería

condenada por sus pecados.

¡Cuánto te quejaste por ellos!

Te compadeciste, oh buen Jesús,

hasta de aquellos réprobos,

de aquellos desafortunados pecadores que no se lavarían

con tu sangre, ni se alimentarían con tu Carne

Eucarística. 

 

 Por tu infinita compasión y piedad,

y acordándote de tu promesa al buen ladrón arrepentido,

al decirle que aquel mismo día  estaría contigo en el

Paraíso,

¡Oh salud y alimento de nuestra alma!

muéstranos esta misma misericordia en la hora de nuestra

muerte. 

Así sea. 

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 

SEXTA ORACIÓN



¡Oh Rey muy amado y deseado por mi corazón!  acordaos

del dolor que sufriste,

cuando desnudo y como un criminal común y corriente,

fuiste clavado y elevado en la Cruz.

Cómo te dolió el ver que tus familiares

y amigos desertaran.

Pero allí estaba tu muy amada Madre y tu discípulo Juan,

 que permanecieron contigo hasta tu último suspiro.

No importando que su naturaleza humana,

desmayando estaba,

y para colmo de tu inmenso amor por nosotros,

nos hiciste aquel precioso regalo:

¡nos diste a María como Madre!

¡Cuánto te debemos Salvador nuestro, por este sublime

regalo!

Sólo tuviste que decir a María:

“¡Mujer, he aquí a tu hijo!”

y a Juan: “!He aquí a tu Madre!”


¡Te suplicamos, oh Rey de la Gloria!

por la espada de dolor que entonces atravesó el alma de tu

Santísima e Inmaculada Madre,

 que te compadezcas de nosotros en todas

nuestras aflicciones

y tribulaciones tanto corporal como espiritual,

y que nos asistas en cada prueba,

especialmente en la hora de nuestra muerte.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)


SÉPTIMA ORACIÓN


¡Oh Rey de Reyes!

¡Fuente de compasión que jamás se agota!

Recuerda cuando sentiste aquella tremenda sed por las

almas y que te llevó a exclamar desde la Cruz:

«¡Tengo Sed!»

 

Sí, no solamente tenías sed física,

sino sed insaciable por la salvación de la raza humana. 

 Por este gesto de amor por nosotros,

te rogamos,

oh prisionero de nuestro amor,

que inflames nuestros corazones con el deseo de tender

siempre hacia la perfección en todos nuestros actos,

que extingas en nosotros la concupiscencia de la carne

y los deseos de placeres mundanos. 

Así sea 

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria) 

 

 


OCTAVA ORACIÓN


¡Oh constante dulzura nuestra!

¡Oh deleite diario de nuestro espíritu!

Por el sabor tan amargo de aquella hiel y vinagre que te

dieron a probar en lugar de agua,

para aplacar tu sed física,

te suplicamos que aplaques nuestra sed por tu vivificadora

sangre,

y nuestra hambre por tu Redentora Carne,

ahora y siempre,

y que no nos falte en la hora de nuestra muerte.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

NOVENA ORACIÓN


¡Oh Jesús, 
Virtud Real y gozo del alma!

Acuérdate del dolor que sentiste,

sumergido en un océano de amargura,

al acercarse la muerte.

Insultado y ultrajado por tus verdugos,

clamaste en alta voz que habías sido abandonado por Tu

Padre Celestial, diciéndole:

“Dios mío,Dios mío,

¿Porqué me has abandonado?”


Por aquella angustia que padeciste en aquellos momentos 

finales de tu Pasión,

te rogamos oh nuestro Salvador que no nos abandones en

los terrores y dolores de nuestra

muerte.

 

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria) 



DÉCIMA ORACIÓN


¡Oh Jesús, que eres principio y fin de todo lo creado,

Virtud, Luz y Verdad!

Acuérdate que por causa nuestra fuiste sumergido en un

abismo de penas;

sufriendo dolor en todo tu Santísimo Cuerpo:

En consideración a la enormidad de tanta llaga que te

hicimos los hombres;

enséñanos a guardar por puro amor a Ti,

todos tus Mandamientos;

cuyo camino de Tu Ley Divina es amplio y agradable,

para aquellos que te aman.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 

UNDÉCIMA ORACIÓN


¡Oh Jesús mío!,

abismo insondable de misericordia,

te rogamos en memoria de tus heridas,

las cuales penetraron hasta la médula de tus huesos

y hasta lo más profundo de tu ser,

¡que nos apartes para siempre del pecado!

¡que no te ofendamos más!

Reconocemos con bochorno que somos unos miserables

pecadores

y que te hemos ofendido ¡tantas veces!

Que tememos que tu divina justicia nos condene.

 

No obstante,

acudimos presurosos a tu misericordia infinita,

para que nos escondas urgentemente en tus preciosas

Llagas, y así, ocultados de tu indignado Rostro,

pueda tu amante Corazón una vez más,

lavar nuestras culpas con tu Sangre liberadora.

De esa forma Redentor nuestro,

tu enojo e indignación cesarán de inmediato.

¡Gracias Señor!

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 


DUODÉCIMA ORACIÓN



¡Oh Jesús, eterna verdad, símbolo de la perfecta caridad

de la unidad!

Te suplicamos que te acuerdes de aquella multitud de

laceraciones,

de aquellas horribles heridas que te hicimos la humanidad

pecadora que querías salvar.

Estabas hecho un guiñapo humano,

enrojecido por tu propia sangre.

¡Que inmenso e intenso dolor padeciste en tu Carne

Virginal por amor a nosotros!

¡Oh dulzura infinita!,

¿qué pudiste hacer, que ya no hayas hecho por nosotros?

Nada falta. Todo lo has cumplido

.

 

Ayúdanos,

Oh Señor,

a tener siempre presente ante los ojos de nuestro espíritu,

un fiel recuerdo de tu Pasión,

para que el fruto de tus sufrimientos se vea continuamente

renovados en nuestra alma,

y para que tu amor se agrande en cada momento más y más

en nuestro corazón,

hasta que llegue aquel feliz día en que te veamos en el

cielo, y ser uno contigo,

que eres el tesoro y suma total de todo gozo y bondad.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

DÉCIMA TERCERA ORACIÓN

 


¡Oh dulce consuelo de nuestra alma, 
maravilloso

 liberador, Rey inmortal e invencible!

Recuerda cuando inclinando tu adorable cabeza,

toda desfigurada por los golpes,

la sangre y el polvo del camino, exclamaste:

«Todo está consumado»…

Toda tu fuerza mental y física se agotaron

completamente. 

 

Por este Gran Sacrificio

y por las angustias

y tormentos que padeciste antes de morir,

te rogamos, oh buen Jesús,

que tengas misericordia de nosotros en la hora de nuestra

muerte,

cuando nuestra mente esté tremendamente perturbada;

y nuestra alma sumergida en inquietudes y angustias.

Que no temamos nada,

que te tengamos a Ti a nuestro lado

y dentro de nuestro ser.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

DÉCIMA CUARTA ORACIÓN


¡Oh doliente Jesús,

oh incomprensible Segunda Persona de la Trinidad,

esplendor y figura de su esencia!

Recuerda cuando con gran voz entregaste tu alma a Tu Padre Celestial diciéndole:

«¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!»

Tu cuerpo estaba despedazado,

y tu corazón destrozado,

pero tus entrañas de misericordia quedaron abiertas para

redimirlos! Así expiraste , oh amor infinito…

.

 

Por tu Dolorosa Muerte; te suplicamos,

Oh Rey de Santos y Arcángeles,

que nos confortes y nos ayudes a resistir al mundo con sus

errores,

a Satanás con sus pérfidas,

y a la carne con sus vicios,

para que así, muertos a los enemigos de nuestras almas,

vivamos solamente para Ti.

Por eso te rogamos,

Oh Dulce Redentor y Salvador,

que a la hora de nuestra muerte recibas nuestras pobres

almas desterradas que regresan a Ti.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 


DÉCIMA QUINTA ORACIÓN

.

 

¡Oh vencedor de la muerte!

¡Vid verdadera y fructífera!

Recuerda a aquel torrente de sangre que brotó de cada

parte de tu Bendito Cuerpo,

igual que la uva exprimida en el lagar.

.

 Desde el lugar de la flagelación

y a través de las calles de Jerusalén,

por toda aquella vía dolorosa,

hasta la colina sagrada,

tu Sangre derramada escribía las bellas páginas de la

historia del Corazón que más nos ama…

¡El tuyo! Recuerda como la tierra agradecida,

pero a la vez espantada,

recibía tu preciosa Sangre.

toda la naturaleza;

de horror temblaba y los Cielos se estremecían,

los Ángeles y hasta los demonios se sorprendían ante

¡aquella increíble escena!

¡Todo un Dios moría!

¿Qué era aquello?

¿Qué sucedía?

Aquel primer Viernes Santo,

oh Jesús ¡Abrías el cielo para la humanidad pecadora!

.

 

 Por tres largas horas tu Cuerpo colgó de la Cruz.

Presentabas un aspecto doliente,

triste,

todo lleno de dolor,

Tu Sangre aún manando,

recorriendo aquella que ya se había secado,

que ya había coagulado.

Y a todo esto se adhirió el polvo y la tierra del camino….

 

.

 

 Qué tristeza y dolor padecieron María y Juan

al contemplar tus cabellos y barbas que ahora daban la

impresión que estaban compuestos de alambres,

llenos de Sangre y de tierra.

Tus oídos y nariz tupidos estaban de sangre.

¡Hasta tus ojos y boca sangraban!

En verdad que todos tus sentidos fueron atrozmente

atormentados.

.

 

 Así inclinaste la cabeza y entregaste tu Espíritu….

Entonces vino Longinos y perforó Tu costado,

con tanta violencia,

que la punta de la lanza casi sale por el otro costado.

Tu corazón te lo desgarraron,

oh Jesús,

ese Corazón que ¡tanto nos ama!

Y de allí brotó Sangre y Agua,

hasta no quedar en Tu Cuerpo Gota alguna.

Tu cuerpo era cual bulto colgado,

como un haz de mirra,

elevado a lo alto de la Cruz,

la muy fina y delicada Carne tuya fue destrozada;

la Sustancia de tu Cuerpo fue marchitada,

y disecada la Médula de tus huesos.

Es entonces que el Sol y las estrellas negaron su luz,

hubo terremotos

y la naturaleza y los elementos dieron amplio testimonio

de que Aquel que negaron

¡era el Hijo de Dios!

.

 

  Por esta amarga Pasión,

y por la Efusión de Tu divina Sangre,

te suplicamos oh dulcísimo Jesús,

que recibas nuestra alma,

cuando estemos sufriendo en la agonía de nuestra muerte.

 

Oh maravillosa realidad,

escándalo para los infieles,

¡gozo indescriptible para los que te amamos!

Ese tu infinito sacrificio pagó el rescate,

y al resucitar y ascender gloriosamente al Cielo,

¡dejaste bien abiertas las puertas para aquellos que

quisieran seguirte!

Oh Señor, por tu amarga Pasión y preciosa sangre,

te rogamos traspases nuestros corazones,

para que nuestras lágrimas de amor,

adoración y penitencia,

sean nuestro alimento noche y día.

Haz que nos convirtamos totalmente a Ti,

que nuestros corazones sean tu perpetuo lugar de reposo;

que nuestras conversaciones te sean siempre agradable;

y que al final de nuestra vida merezcamos que graves,

oh Dios de amor,

el Sello de Tu Divinidad en nuestra alma,

para que tanto el Padre como el Espíritu Santo,

te vean bien reproducido en nosotros,

y poder así ser contados entre tus Santos

para que te alabemos

para siempre por toda la eternidad.

Así sea.

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)

.

 

 


ORACIÓN FINAL

 

¡Oh Dulce Jesús!

Herid mi corazón a fin de que mis lágrimas de amor

y penitencia me sirvan de pan, día y noche.

Convertirme  enteramente, Oh mi Señor, a Vos.

Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.

Y que mi conversación sea agradable.

Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,

que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;

y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros

santos. Amén.

 

 

 

Bendito y Alabado sea Jesús, que con su Sangre nos redimió (tres veces)

 

Hermanos en Cristo:

Hay un momento en la Pasión muy desconocido y muy penoso para Jesús, los invitamos a reflexionar sobre esto y cuando puedan recen un Padrenuestro acompañando a Cristo en ese momento tan triste. Esto no debe ser incluido en el rezo diario de las oraciones pues no pertenecer a ellas.

 

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=iaFo2BJkn_4[/youtube] 

Cuando Jesús llega al Gólgota, a las 11:45 hrs,

está tan pálido,

tan destrozado,

tan ensangrentado,

que da pena verlo.

Lo tiran al suelo y se burla de Él,

diciéndole «Rey de los Judíos,

deja que construyamos tu trono»,

pero Él mismo se coloca en la cruz

donde le tomarán las medidas para los soportes de pies

y manos.

Luego de esto lo conducen unos setenta pasos al norte,

a un especie de hoyo en la roca,

lo tiran allí

y Jesús gime de dolor por la caída.

Lo dejan en ese lugar por bastante tiempo, mientras se

hacen los preparativos para la crucifixión.

  Es ahí, es ese momento desolador,

en el hoyo de la roca,

donde les pedimos que lo acompañen con sus oraciones.

 

 

LAS ORACIONES DE SANTA BRÍGIDA PARA DOCE AÑOS

LOS SIETE DOLORES DE MARÍA SEGÚN FUERON REVELADOS A SANTA BRÍGIDA

  

 

Recomendaciones:

 

1.- Rezar antes del atardecer, si lo dejas para más tarde, luego puedes estar muy cansado por las tareas del día y es fácil que te olvides de rezar o te quedes dormido.

 

2.- El rezo de las oraciones insume unos veinticinco minutos, cuanto más compenetrado espiritualmente, menos tiempo lleva.

 

3.- Se rezan las quince oraciones cada día, no una oración cada día.

 

4.- En caso de enfermedad grave, puede rezarla otra persona al lado de la cama y el enfermo deberá ir repitiendo mentalmente. Solamente mientras se encuentre gravemente enfermo.

 

5.- Se reza ante un Crucifijo, en su defecto frente a una estampa de Jesús o con la mente puesta en su Divino Rostro y en sus Santas Llagas.

 


Una respuesta a “Santa Brígida La Preciosísima Sangre de Jesucristo”

  1. Realizo éstas oraciones hace 3 meses, espero cumplir mi meta, a veces me siento apenado pensando que me falta más devoción,pero trato de progresar. Hace mucho tiempo que realizo mucha oración para mantenerme alejado del pecado y estar preparado para el aviso, el milagro y el castigo y parusia de nuestro Señor Jesucristo tan anunciado últimamente. A uds., gracias por promover estas oraciones tan reparadoras para el espíritu.

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