Novena a Nuestra Señora de Fátima: Cuarto Día


J.P.ll Hablando con la Virgen Fátima 1982

CUARTO DÍA:

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Danos el Espíritu de

veneración y docilidad

hacia  el Sumo Pontífice.

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Ofrecimiento para todos los días

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¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo.

Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

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¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Yo os adoro profundamente

y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,

presente en todos los tabernáculos del mundo,

en reparación de los ultrajes con que El es ofendido;

y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón

e intercesión del Inmaculado Corazón de María,

os pido la conversión de los pecadores.

Oración preparatoria

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Oh santísima Virgen María,

Reina del Rosario y Madre de misericordia,

que te dignaste manifestar en Fátima

la ternura de vuestro Inmaculado Corazón

trayéndonos mensajes de salvación y de paz.

Confiados en vuestra misericordia maternal

y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón,

venimos a vuestras plantas

para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor.

Concédenos las gracias que necesitamos

para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor,

y la que os pedimos en esta Novena,

si ha de ser para mayor gloria de Dios,

honra vuestra y provecho de nuestras almas.

Así sea.

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Oración de este día

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¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!,

que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa,

e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él,

como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra.

Infunde también a nosotros el espíritu de veneración

y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice,

de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas,

y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia,

por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.

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Oración final

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¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección,

nos mereció el premio de la salvación eterna!

Os suplicamos nos concedas que,

meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María,

imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

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