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SEGUNDO DÍA
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DANOS LA GRACIA DE APRECIAR
LA DIGNIDAD DE NUESTRA
CONDICIÓN DE CRISTIANOS
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Ofrecimiento para todos los días
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¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
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¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Yo os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo cuerpo,
sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los tabernáculos del mundo,
en reparación de los ultrajes con que El es ofendido;
y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón
e intercesión del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pecadores.
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Oración preparatoria
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Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia,
que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón
trayéndonos mensajes de salvación y de paz.
Confiados en vuestra misericordia maternal
y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón,
venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor.
Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor,
y la que os pedimos en esta Novena,
si ha de ser para mayor gloria de Dios,
honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.
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Oración de este día
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¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia,
que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes,
enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma,
y que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres
y la santidad de una vida cristiana perfecta.
Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar
la dignidad de nuestra condición de cristianos
y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales.
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Oración final
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¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección,
nos mereció el premio de la salvación eterna!
Os suplicamos nos concedas que,
meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María,
imitemos los ejemplos que nos enseñan
y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Amén.