La corona de Adviento tiene forma de círculo, para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin.
También la forma circular nos recuerda la alianza que Dios hizo con los hombres, después del diluvio universal.
Esta corona sostiene cuatro velas que señalan los cuatro puntos cardinales, abarcando la Redención a la creación eterna.
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Las velas preferentemente serán: tres moradas que significan el color de la preparación y la cuarta vela rosa que significa la plenitud.
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Sin embargo, en otros lugares hay quien las pone de diferentes colores y dan a cada una un significado diferente.
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La corona puede adornarse con ramas de pino natural o artificiales. Si se quiere con moños, flores , frutillas y esferas. significan vida de gracia, el crecimiento espiritual y la esperanza.
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Cuatro domingos antes de Navidad se prende la primera vela, que iluminará toda esa semana nuestros propósitos.
Su luz recordará la luz de las velas de nuestro bautizo, primera comunión y confirmación.
¡La luz siempre es un triunfo sobre las tinieblas!
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Al encender cada vela, se procurará estar toda la familia reunida. El padre o cabeza de familia hará una reflexión adecuada a la edad de todos los asistentes, puede basarse en el evangelio y lecturas del domingo correspondiente.
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Después de encender la vela y reflexionar, puede cada uno formular sus propósitos en voz alta o en silencio.
Si hay la suerte de que haya niños físicamente hablando o quien sea como niño espiritualmente, deberá ser el que haga una pequeña oración par terminar.
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Una vez encendidas las velas, después de haber rezado y formado el propósito de esa semana, se puede cantar, platicar, jugar o bailar. Lo que acostumbre la familia cuando esté reunida y feliz.
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Con la segunda y tercera vela será lo mismo.
El ultimo domingo al encender la cuarta vela será igual en la acción, pero ya no teniendo sólo proyectos, sino pidiendo que su luz nos ayude a ver si se cumplieron o no nuestros propósitos y por qué.
Al prepararnos en lo humano y con la corona de Adviento nos ayudamos a quitar la improvisación y “las carreras” de nuestra vida diaria, cosas que nos evitan profundamente la Navidad.
De tal manera, que si adornamos nuestra casa y proporcionamos reuniones familiares, lo haremos con sentido . Justamente por la Navidad del Señor y no por moda o por costumbre.
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PREPARACIÓN EN LO ESPIRITUAL.
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Concientización: la podemos lograr por medio de buenas lecturas, conferencias, meditaciones dirigidas o programas, culturales, referentes a este tema.
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También podemos nutrirnos o motivarnos acercándonos a la tradición de la Iglesia y año litúrgico.
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Limpieza y Análisis: para Navidad y siempre, deberíamos poner nuestro espíritu limpio de “tiliches o cosas inservibles, de víboras, sapos y alimañas”, que no son otra cosa que celos, envidias, complejos y resentimientos, alimentados por nuestro orgullo herido, que durante todo el año hemos ido guardando de nuestros semejantes y seres queridos.
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Analicemos cuántos sentimientos inservibles y dañinos hemos permitido que se “cuelen” a nuestro interior robándonos la paz y la alegría.
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¡Tenemos que limpiar nuestro interior!
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A nadie se le ocurriría esperar a un ser querido o a una visita importante, cuando nuestra casa estuviera llena de esas alimañas mal olientes y amargas y esos tiliches inservibles, los cuales no benefician a nadie y menos a nosotros.
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¡Tenemos que evitar llevar dentro, esos egoísmos rencores e ignorancias, que si pudieran verse nos avergonzarían!
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…Un odio o un resentimiento daña más al que lo siente, que al que lo provocó, pues él a veces ni se entera o aunque se entere, no le importa…
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