Penitencia y Salvación (Del libro del profeta Isaías)


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Mira, la mano del Señor no es tan corta que no pueda salvar,  ni es tan duro de oído que no pueda oír.

Son vuestras culpas las que crean separación entre vosotros y vuestro Dios;  son vuestros pecados los

que tapan su rostro,  para que no  os oiga.

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Pues vuestras manos están manchadas de sangre; vuestros  dedos, de crímenes;  vuestros labios dicen

mentiras;  vuestras lenguas murmuran maldades.  No hay quien invoque la justicia,  ni quien pleitee

con sinceridad;  se apoyan en la mentira,  afirman la falsedad,  conciben el crimen y dan a la luz la maldad.

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Incuban huevos de serpiente y tejen telas de araña;  quien come esos huevos muere;  se se cascan,  salen

víboras.  Sus telas no sirven para vestidos;  son tejidos que no pueden cubrir.  Sus acciones son criminales,

las obras de sus manos son violentas.

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Sus pies corren al mal,  tienen prisa por derramar sangre inocente;  sus planes son planes criminales,

destrozos y ruinas jalonan su camino.  No conocen el camino de la paz,  no existe el derecho en sus senderos;

se abren sendas fortunosas;  quien  las sigue no conoce la paz.   Por eso,  está lejos de nosotros el derecho,

y no nos alcanza la justicia:  esperamos la luz,  y vienen tinieblas;  claridad,  y caminamos a oscuras.

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Como ciegos,  vamos tanteando la pared; andamos a tientas,  como gente sin vista.  En pleno día, tropezamos

como al anochecer;  en pleno vigor,  estamos como muertos.

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Todos gruñimos como osos,  y nos quejamos como palomas.  Esperamos  en el derecho,  pero nada;

en la salvación,  y  está lejos de nosotros .  Porque nuestros Crímenes son muchos en tu presencia,

y nuestros pecados nos acusan;  nuestros crímenes nos acompañan,  y  reconocemos nuestras culpas:

rebelarnos y olvidarnos del Señor,  volver la espalda a nuestro Dios,  tratar de opresión y revuelta,

urdir por dentro engaños; y así se tergiversa el derecho, y la justicia se queda lejos;  porque en la plaza

tropieza la   lealtad,  y la sinceridad no encuentra acceso.

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RESPONSORIO   (Is 59,12;  1Jn 1,8)

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R. Nuestros crímenes son muchos en tu presencia, y

nuestros pecados nos acusan;  nuestros crímenes nos acompañan,  y reconocemos nuestras culpas.

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V.  Si decimos que no tenemos pecado,  nos engañamos a nosotros mismos,

y la verdad  no está en nosotros.

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R.  Nuestros crímenes nos acompañan ,  y reconocemos nuestras culpas.

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Fuente: Liturgia de las Horas III

 


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