El Amor a Dios. Por San Agustín


Los clavos no mantuvieron a Jesús en una cruz. ¡El amor lo hizo!

 

El Amor a Dios

Traductor :  P. TEODORO CALVO MADRID

Libro único

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Capítulo 1. LA CARIDAD ES CAMINO QUE LLEVA A LA VIDA.

CÓMO HA Y QUE AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

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Necesitamos ser vigilantes, atentos, animosos y solícitos para indagar y aprender el modo y la manera de poder evitar las penas del infierno y conseguir la felicidad del cielo; puesto que no podremos evitar aquel tormento ni adquirir aquel gozo, si no es conociendo el camino para esquivar lo primero y poder alcanzar lo segundo.

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Escuchemos, entonces, con gusto, y meditemos atentamente las palabras del Apóstol, donde manifiesta dos cosas, a saber:

que la vida gloriosa del cielo es inefable,

y cuál es el camino que conduce a esa vida.

Porque dice:

Ni el ojo vio, ni el oído oyó,

ni comprendió el corazón del hombre lo que Dios ha preparado para los que lo aman .

Al decir que Dios ha preparado bienes para quienes lo aman, está mostrando que el amor es el camino por el que se llega a esos bienes.

Pero no puede darse el amor de Dios sin el amor del prójimo,

como atestigua San Juan, cuando dice:

Quien no ama a un hermano suyo, a quien ve,

¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?

Y el mandato que tenemos de Dios es que quien ama a Dios, ame también a su prójimo .

En este doble amor consiste la verdadera caridad, de la que habla el Apóstol, cuando dice:

Os vaya mostrar aún un camino mucho mejor .

Ved cómo la caridad es el camino más excelente que lleva a la patria celestial, sin él nadie puede llegar allí.

Pero ¿quién es el que anda por ese camino?,

¿quién lo ha conocido? El que ama a Dios y al prójimo.

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¿Cómo debemos amar a Dios y al prójimo?

Debemos amar a Dios más que a nosotros mismos, pero al prójimo como a nosotros.

Amamos a Dios más que a nosotros,

cuando anteponemos en todo los mandamientos suyos a nuestra voluntad,

porque no se nos manda amar al prójimo más que a nosotros,

sino como a nosotros, es decir,

debemos querer y desear al prójimo todo el bien que debemos querer y deseamos a nosotros,

sobre todo la felicidad eterna,

y ayudarle a conseguirla,

tanto en las cosas corporales,

como en las espirituales,

según lo pide la razón, y los recursos lo permitan.

Por lo cual el Señor dice en el evangelio:

Tratad vosotros a los demás como queréis que los hombres os traten a vosotros ;

Y el apóstol Juan dice:

No amemos de palabra y con la boca, sino con obras y de verdad .

Y ¿quiénes son los prójimos a los que debemos amar así?

Ciertamente son todos los hombres,

sean cristianos, judíos, paganos, tanto amigos como enemigos.

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Fuente:Obras Completas de San Agustín

 


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