El Amor a Dios
Traductor : P. TEODORO CALVO MADRID
Libro único
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Capítulo 1. LA CARIDAD ES CAMINO QUE LLEVA A LA VIDA.
CÓMO HA Y QUE AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO
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Necesitamos ser vigilantes, atentos, animosos y solícitos para indagar y aprender el modo y la manera de poder evitar las penas del infierno y conseguir la felicidad del cielo; puesto que no podremos evitar aquel tormento ni adquirir aquel gozo, si no es conociendo el camino para esquivar lo primero y poder alcanzar lo segundo.
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Escuchemos, entonces, con gusto, y meditemos atentamente las palabras del Apóstol, donde manifiesta dos cosas, a saber:
que la vida gloriosa del cielo es inefable,
y cuál es el camino que conduce a esa vida.
Porque dice:
Ni el ojo vio, ni el oído oyó,
ni comprendió el corazón del hombre lo que Dios ha preparado para los que lo aman .
Al decir que Dios ha preparado bienes para quienes lo aman, está mostrando que el amor es el camino por el que se llega a esos bienes.
Pero no puede darse el amor de Dios sin el amor del prójimo,
como atestigua San Juan, cuando dice:
Quien no ama a un hermano suyo, a quien ve,
¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?
Y el mandato que tenemos de Dios es que quien ama a Dios, ame también a su prójimo .
En este doble amor consiste la verdadera caridad, de la que habla el Apóstol, cuando dice:
Os vaya mostrar aún un camino mucho mejor .
Ved cómo la caridad es el camino más excelente que lleva a la patria celestial, sin él nadie puede llegar allí.
Pero ¿quién es el que anda por ese camino?,
¿quién lo ha conocido? El que ama a Dios y al prójimo.
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¿Cómo debemos amar a Dios y al prójimo?
Debemos amar a Dios más que a nosotros mismos, pero al prójimo como a nosotros.
Amamos a Dios más que a nosotros,
cuando anteponemos en todo los mandamientos suyos a nuestra voluntad,
porque no se nos manda amar al prójimo más que a nosotros,
sino como a nosotros, es decir,
debemos querer y desear al prójimo todo el bien que debemos querer y deseamos a nosotros,
sobre todo la felicidad eterna,
y ayudarle a conseguirla,
tanto en las cosas corporales,
como en las espirituales,
según lo pide la razón, y los recursos lo permitan.
Por lo cual el Señor dice en el evangelio:
Tratad vosotros a los demás como queréis que los hombres os traten a vosotros ;
Y el apóstol Juan dice:
No amemos de palabra y con la boca, sino con obras y de verdad .
Y ¿quiénes son los prójimos a los que debemos amar así?
Ciertamente son todos los hombres,
sean cristianos, judíos, paganos, tanto amigos como enemigos.
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Fuente:Obras Completas de San Agustín