De aquella sonrisa que jamás veían nuestros
empleados…
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De aquella sonrisa que nunca ofrecíamos a las personas
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que teníamos obligación de servir como empleados públicos…
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De aquellas sonrisa que nadie vio en nuestros días de mal humor…
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De aquella sonrisa con la que casi nunca reconocíamos -por lo menos-
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la existencia de seres humanos como el cuidador de coches,
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el policía de tránsito, el repartidor de periódicos…
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De aquella sonrisa que tantas veces negamos a nuestro cónyuge
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y a nuestros hijos…
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De aquella sonrisa burlona con la que subrayamos la equivocación o los defectos
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de otras personas…
De aquella sonrisa hiriente con la que molestamos a los demás…
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De aquella sonrisa con la que pudimos suavizar tantas situaciones
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tensas y no las suavizamos…
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