Domingo V Ordinario NECESITAMOS COMPARTIR


 

El Profeta Isaías,  comienza pues,  recordándonos la importancia de compartir los bienes, que pueden  ser materiales,  espirituales o humanos. El profeta Isaías nos insiste en que no puede haber diferencia entre la fe y la vida: tienes que compartir a todo nivel.  La vida es un compartir.  

.

Nuestra vida entera es un Don que Dios nos ha dado para los demás,  y que ha puesto en nuestras manos para que otros se enriquezcan y para llevar al otro lo  que recibimos.  El profeta Isaías nos lo dirá con el ejemplo más material,  más concreto, porque tendemos a espiritualizar mucho la fe,  a iluminarla al area de lo espiritual y cuando se trata de compartir el pan con el hambriento,  muchas veces nos retraemos o ponemos como excusa que hay necesidad en el mundo que uno no sabe a cual atender.

.

Pero el Señor habla de algo muy concreto,  algo que se necesita hacer,  porque mientras no lo hagas ni tu corazón ni tu vida se realizarán,  ni entrarás al camino de la plenitud,  antes bien, seguirás dando vueltas como el pueblo de Israel en el desierto,  sin entrar en la tierra que Dios promete.

.

Necesitamos compartir para poder ser felices.  

Compartir el pan es compartir mi interior y mi exterior,  compartir mi fe y compartir mis bienes, compartir lo que recibo de Dios,  del uno y otro campo para que el otro sea feliz,  sin esperar nada.   No dice:  aguarda con paciencia a que los demás compartan.  No, dice:  tú comparte, parte con el hambriento el pan, el pan de cada día y el pan de la vida,  la Palabra y la Eucaristía.  Después para especificarlo  más, para que entendamos que se trata de una vida y no de una filosofía, ni  de una simple doctrina,  el profeta va a insistir: «Hospeda a los pobres sin techo.  Viste al que va desnudo».   Son dos expresiones bien concretas.  Hospedar quiere decir acoger en mi casa al otro,  acoger en mi corazón la palabra de mi hermano,  acoger en mi corazón,  en mi interior a mi hermano.  Eso es amarle,  Lo podemos decir de muchas maneras.  Pero acoger en mi casa es asmar a mi hermano.  Pero amarlo hasta en lo más práctico,  hasta lo más concreto, hasta  en lo más material,  hasta lo más simple.  Cuando amas a alguien le dejas libertad de movimiento.  Y eso, cuando el Señor lo aplica al matrimonio dirá:   

«Serán los dos una sola carne».

Y cuando el Señor lo aplica a la comunidad cristiana,  dirá:

«Tendrán un solo corazón y una sola alma».

Pero tú comienzas «Hospedando en tu casa al que no tiene techo»,  sea quien sea y ocurra lo que ocurra.  

Después vuelve a instruirnos:   «viste al que va desnudo».

Generalmente cuando ofrecemos algo esperamos la respuesta,  el agradecimiento, la sonrisa,  las buenas palabras.  Viste al que está desnudo». se refiere a la gratuidad, tan difícil para nuestro tiempo.  Cuando das algo,  es  decisión tuya y en pleno uso de tu libertad.  Sin embargo,  con frecuencia, solemos esperar algo:  Una sonrisa, un agradecimiento, que se nos haga otro favor, que nos den también algo,  que nos atiendan cuando necesitamos algo..

El profeta con esta frase te hace ver que tú has dado algo y es libremente;  por ello no tienes porqué esperar algo a cambio.  

(Necesitamos compartir para poder ser felices).

Fuente: Padre Alberto María, Imp.

 


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.