Las horas canónicas


Ofrezco algunos puntos de meditación, por si le sirven a algún sacerdote para rezar el breviario con más devoción

 

LAUDES

 

Yo lo rezo después de mi oración mental. La primera oración litúrgica de mi jornada sacerdotal.

Todos mis actos litúrgicos del día comienzan profiriendo: Señor, ábreme mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

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Guardar silencio interno, desde la noche del día anterior, hasta que digo ese versículo.
Imaginar que estoy en el escaño de un coro benedictino salmodiando, concentrado en la alabanza divina, en que fluya la Palabra de Dios a través de mi boca.
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Esta hora es perfecta para dar gracias a Dios por existir un día más. No des por supuesto que cada día te levantarás para seguir con tu vida ordinaria. Porque ciertamente habrá un día que no te levantarás. Un día en el que el sueño de la noche se unirá al sueño de la eternidad. Esta hora canónica es, por tanto, la más adecuada para dar gracias por el hecho de que se te concedan más horas. Salmodia en honor de Aquél que te da más tiempo.
Recuerda lo que dice el salmo invitatorio: Ojalá escuchéis hoy su vozno endurezcais el corazón.
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Otro versículo del invitatorio que expresa muy bien el espíritu de esta hora es: Entremos a su presencia dándole gracias.
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oficio de lectura

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Yo lo rezo una hora después de finalizar la comida. Pone fin al descanso tras el almuerzo.

Reza los salmos antes de aprender. El Padre te va a enseñar como un maestro en esta hora canónica. Lo hace a través de dos lecturas: una divina y otra humana.

Esta parte del oficio (rezado en el momento que he dicho) es como un oasis en mitad de la tarde. Como si entráramos delante del Trono de Jesucristo a escucharle como Sabio en la Ciencia Divina.
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visperas

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Yo lo rezo justo antes de la cena.

Esfuérzate en comprender este oficio sacerdotal de ofrecer un sacrificio espiritual.

No tengas prisa en acabar. Imagínate en un coro de monjes, tras haber trabajado durante toda la jornada. Imagínate eso y disfruta de ese momento en que ofreces el incienso ante el trono de Dios antes del descanso merecido por tu trabajo.

Esta parte del breviario, en cierto modo, es el último trabajo del trabajo sacerdotal. Después viene el momento del reposo.

Llama a los ángeles para que estén a tu lado. Si los llamas, vienen; no lo dudes.

Reza las vísperas con la Virgen María, como San Juan debió rezar todos los días al caer el día con ella.

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COMPLETAS

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Yo lo rezo justo antes de irme a la cama. Es la última cosa que hago en el día antes de meterme en mi dormitorio.

Esta liturgia consagra a Dios las horas del sueño. También el sueño debe ser alabanza.

Para eso, tras las completas, mi mente debe guardar el silencio interno, la presencia de Dios, el diálogo con el Espíritu Santo, desechando todo lo que me distrae.
No debe haber conversaciones con el mundo tras completas.
Las completas como una consagración.
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PARA LOS LAICOS

Para los laicos que hayan entrado en este blog y que tengan deseos de unirse a esta oración de la Iglesia, que sepan que pueden hacer una cosa muy sencilla. Pueden santificar el día, uniéndose a cada una de las horas canónicas a en los momentos del día que se indican aquí. Basta con que interrumpan un momento sus ocupaciones e interiormente ofrezcan en esos cinco momentos un momento de alabanza a Dios, o de lectura de un salmo. Así los laicos también ejercitan su sacerdocio común de los fieles.
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Fuente: Pbro.  José Antonio Fortea

 


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