Como fueron las apariciones en Fátima?Parte 2



EL  CORAZÓN  DE  MARIA

13   de JUNIO – Miércoles

SEGUNDA  APARICIÓN

NARRACIÓN  DE  LUCÍA

Después de rezar el rosario con otras personas que estaban presentes (unas cincuenta) vimos de nuevo el reflejo de la luz que se aproximaba, y que llamábamos relámpago, y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo como en mayo.

–¿Qué es lo que me quiere? –pregunté.

–Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero además.

Le pedí la curación de una enferma. Nuestra Señora respondió:

–Si se convierte se curará durante el año.

–Quisiera pedirle que nos llevase al cielo.

–Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí a adornar su Trono.

–¿Me quedo aquí solita? –pregunté con pena.

–No, hija. ¿Y tú sufres mucho por eso? ¡No te desanimes! Nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.

En este momento abrió las manos y nos comunicó por segunda vez el reflejo de la luz inmensa que la envolvía. En esta luz nos veíamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se eleva hacia el cielo y yo en la que se esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón rodeado de espinas que parecían clavarse en él. Entendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación.

Esto es a lo que nos referíamos al decir que Nuestra Señora nos había contado un secreto en junio. Ella no nos mandó en aquella ocasión guardarlo como secreto, pero nos sentíamos impulsados por Dios a hacerlo así.

Francisco, muy impresionado con lo que había visto, me preguntó después:

–¿Por qué es que la Virgen estaba con un corazón en la mano irradiando sobre el mundo aquella luz tan grande que es Dios? Tú, Lucía, estabas con Ella en la luz que bajaba a la tierra y Jacinta conmigo en la que subía hacia el cielo.

–Es que –le respondí– tú, con Jacinta, iréis en breve al cielo. Yo me quedo con el Corazón Inmaculado de María en la tierra.

En el reflejo de luz que subía para lo alto  estaban los pastorcitos más pequeños, que en breve partirían para el cielo.  En la que se esparcía sobre el mundo estaba Lucía, cuya misión era continuar en la tierra a fin de contribuir para la propagación del culto al Inmaculado  Corazón de María.  Siendo necesario,  para esta misión,  saber escribir,  Nuestra Señora le manda que aprenda a leer.

 

EL GRAN SECRETO

13 DE  JULIO  –  VIERNES

TERCERA  APARICIÓN

Momentos después de haber llegado a Cova de Iría, junto a la encina, entre numeroso público (unas 4.000 personas) que estaban rezando el rosario, vimos el rayo de luz una vez más y un momento más tarde apareció la Virgen sobre la encina.

–¿Qué es lo que quiere de mí? –pregunté.

–Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, y continuéis rezando el rosario todos los días en honra a Nuestra Señora del Rosario, con el fin de obtener la paz del mundo y el final de la guerra, porque sólo Ella puede conseguirlo.

Dije entonces:

–Quisiera pedirle nos dijera quién es, y que haga un milagro para que todos crean que usted se nos aparece.

–Continuad viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy y lo que quiero, y haré un milagro que todos han de ver para que crean.

Aquí hice algunos pedidos que ahora no recuerdo. Lo que recuerdo es que Nuestra Señora dijo que era preciso rezar el rosario para alcanzar las gracias durante el año. Y continuó:

–Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: “¡Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!”. Al decir estas últimas palabras abrió de nuevo las manos como los meses anteriores. El reflejo parecía penetrar en la tierra y vimos como un mar de fuego y sumergidos en este fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, de forma humana, que fluctuaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todo los lados, semejante a la caída de pavesas en grandes incendios, pero sin peso ni equilibrio, entre gritos y lamentos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de pavor. (Debía ser a la vista de eso que di un “ay” que dicen haber oído.) Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como negros tizones en brasa. Asustados y como pidiendo socorro levantamos la vista a Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:

 

–Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal el dogma de la fe se conservará siempre, etc. (Aquí comienza la tercer parte del secreto, escrita por Lucía entre el 22 de diciembre de 1943 y el 9 de enero de 1944.) Esto no lo digáis a nadie. A Francisco sí podéis decírselo.

–Cuando recéis el rosario, decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas.”

Seguía un instante en silencio y después pregunté:

–¿Usted no me quiere nada más?

–No, no quiero nada más por hoy.

Y como de costumbre comenzó a elevarse en dirección a Oriente hasta que desapareció en la inmensidad del firmamento.

 

LA  SEÑORA  MUY  TRISTE

CUARTA APARICIÓN

19  de  agosto – Domingo, en los Valinos

 

(La aparición no se realizó el día 13 de agosto en Cova de Iría porque el Administrador del Concejo apresó y llevó a Vila Nova de Ourem a los pastorcitos con la intención de obligarles a revelar el secreto. Los tuvo presos en la Administración y en el calabozo municipal.

Les ofreció los más valiosos presentes si descubrían el secreto. Los pequeños videntes respondieron:

–No lo decimos ni aunque nos den el mundo entero.

Los encerró en el calabozo. Los presos les aconsejaron:

–Pero decid al Administrador ese secreto. ¿Qué os importa que esa Señora no quiera?

–¡Eso no –respondió Jacinta con vivacidad–, antes quiero morir!

Y los tres niños rezaron con aquellos infelices el rosario, delante de una medalla de Jacinta colgada de la pared.

El Administrador para amedrentarlos, mandó preparar una caldera de aceite hirviendo, en la cual amenazó asar a los pastorcitos si no hacían lo que les mandaban. Ellos, aunque pensaban que la cosa iba en serio, permanecieron firmes sin revelar nada. El día 15, fiesta de la Asunción, los llevó por fin a Fátima.)

Habiendo ya contado lo que sucedió este día, pasaré a hablar de la aparición que, según mi opinión, tuvo lugar el día 15 por la tarde. Como todavía no sabía contar los días del mes, puede ser que me equivoque. Pero tengo la idea de que fue el mismo día en que volvimos de Vila Nova de Ourem.

Estuvimos con las ovejas en un lugar llamado Valinhos, Francisco y su hermano Juan, acompañándome, y sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra Señora nos venía a aparecer y teniendo pena de que Jacinta quedaba sin verla, pedimos a su hermano Juan que fuese a llamarla. No quería ir, y le ofrecí dos veintenos y allá se fue corriendo. Entretanto, Francisco y yo vimos el reflejo de la luz que llamábamos relámpago y al instante de llegar Jacinta vimos a la Señora sobre la encina.

–¿Qué es lo que quiere usted?

–Deseo que sigáis yendo a Cova de Iría en los días 13, que sigáis rezando el rosario todos los días. El último mes haré el milagro para que todos crean.

–¿Qué es lo que quiere usted que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría?

–Hagan dos andas, una para ti y Jacinta, para llevarlas con dos chicas más vestidas de blanco y otra que la lleve Francisco con tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, y lo que sobre es para ayuda de una capilla que se debe hacer. (Andas usadas en Fátima y otros lugares no son para transportar imágenes, sino para recoger ofertas en dinero y en género.)

–Yo quisiera pedirle la curación de algunos enfermos.

–Sí, a algunos los curaré durante el año.

Y tomando un aspecto muy triste, la Virgen añadió:

–Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quién se sacrifique y rece por ellas.

Y la Señora comenzó a subir como de costumbre hacia Oriente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DIOS  ESTA  CONTENTO

QUINTA  APARICIÓN

13 de Septiembre  –  Jueves

 

Al aproximarse la hora fui a Cova de Iría con Jacinta y Francisco entre numerosas personas (unas treinta mil) que nos dejaban andar sólo con dificultad. Los caminos estaban apiñados de gente; todos nos querían ver y hablar; allí no había respetos humanos. Mucha gente del pueblo, y hasta señoras y caballeros, consiguiendo romper por entre la muchedumbre que alrededor nuestro se agolpaba, venían a postrarse de hinojos delante de nosotros pidiendo que presentásemos sus necesidades a Nuestra Señora. Otros, no consiguiendo llegar junto a nosotros, clamaban de lejos. Uno de ellos:

–¡Por el amor de Dios, pidan a Nuestra Señora que me cure a mi hijo, que está impedido!

Otro:

–Que me cure el mío, que es ciego.

Otro:

–El mío, que es sordo.

–Que me traiga a mi marido o mi hijo, que están en la guerra; que me convierta un pecador; que me dé salud, que estoy tuberculoso, etcétera.

Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y algunos gritaban subidos a los árboles y a las tapias con el fin de vernos pasar. Diciendo a unos que sí, dando la mano a otros para ayudarles a levantarse del polvo de la tierra, allá íbamos andando gracias a algunos caballeros que nos iban abriendo camino entre la muchedumbre. Ahora, cuando leo estas escenas encantadoras del Nuevo Testamento, del paso de Nuestro Señor por Palestina, pienso en nuestros pobres caminos y sendas de Aljustrel, Fátima y Cova de Iría, y doy gracias a Dios ofreciéndole la fe de nuestra buena gente portuguesa. Y pienso si ellos podían humillarse como lo hicieron ante tres pobres niños, sólo porque eran agraciados de hablar a la Madre de Dios, ¿qué no harían si pudieran ver a Nuestro Señor mismo en persona delante de ellos?

Bien, esto no tiene que ver con la materia; era una distracción de mi pluma que me llevaba a parte donde yo no quería, una inútil divagación. No lo arranco para no estropear el cuaderno.

Por fin llegamos a Cova de Iría, y al alcanzar la encina comenzamos a decir el rosario con la gente. Un poco más tarde vimos el reflejo de luz y acto seguido, sobre la encina, a Nuestra Señora, que dijo:

–Continuad rezando el rosario para alcanzar el fin de la guerra. En octubre vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiero que durmáis con la cuerda puesta; llevadla sólo durante el día.

–Me han pedido para suplicarle muchas cosas: la cura de algunos enfermos, de un sordomudo, etc.

–Sí, a algunos curaré, pero a otros no. En octubre haré el milagro para que todos crean.

Y comenzó a elevarse, desapareciendo como de costumbre.

(Los niños tomaron muy a pecho las palabras de la Virgen en agosto, que pedía sacrificios a los pecadores. Uno de los sacrificios más dolorosos era el de la cuerda que cada uno de ellos llevaba atada a la cintura. Tanto les hacía sufrir, que Jacinta a veces hasta lloraba con la violencia del dolor. La Virgen les dijo con solicitud maternal que de noche no usaran la cuerda para poder disfrutar del reposo necesario. Otros sacrificios eran no comer la merienda, que repartían entre los pobres. Dejaban los higos y las uvas. “Teníamos la costumbre de ofrecer de vez en cuando el sacrificio de pasar una novena o un mes sin beber. Hicimos una vez este sacrificio en pleno mes de agosto, en que el calor era sofocante.” Mayores todavía eran los sacrificios que les exigía la misión que la Virgen les encomendara: las vejaciones, la curiosidad y molestias de la gente; sus interminables visitas y preguntas, la persecución y la prisión, y por fin la larga enfermedad de Francisco y, sobre todo, de Jacinta, a la cual varias veces visitó la Virgen, previniéndola que moriría solita, después de sufrir mucho.)

Las palabras dichas por la Nuestra Señora con el semblante muy triste en la aparición de agosto imprecionaron profundamente a los tres videntes:

<<Rezad,  rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores,  pues van muchas almas al infierno por no haber quien se sacrifique y rece por ellas>>

Como  habían visto los horrores del infierno, rezaban y hacían todos los sacrificios posibles para librar las almas de tan espantoso tormento.  Uno de los sacrificios más dolorosos era el de la cuerda que cada uno de los tres videntes traía atada a la cintura. <<Sea por lo grueso o la aspereza de la cuerda,  sea porque a veces la apretábamos demasiado,  este instrumento nos hacía sufrir horriblemente.  Jacínta, de vez en cuando dejaba caer algunas lágrimas por el dolor que le causaba>>

Nuestra Señora,  en Nombre de Dios,  manda con solicitud maternal,  que quiten la cuerda durante la noche,  a fin de que puedan reposar lo necesario.  Lucía, antes de despedirse de Fátima, en Junio de 1921,  quemó las cuerdas de Francisco y Jacinta.


EL GRAN MILAGRO

SEXTA  APARICIÓN

13 de Octubre  –  Sábado

 

Salimos de casa bastante pronto, contando con las demoras del camino. Había gente en masa (70.000 personas), bajo una lluvia torrencial. Mi madre, temiendo que fuese aquel el último día de mi vida, con el corazón traspasado por la incertidumbre de lo que podía ocurrir, quiso acompañarme. Por el camino, las escenas del mes pasado, más numerosas y conmovedoras. Ni el barro de los caminos impedía a la gente arrodillarse en actitud humilde y suplicante.

Llegando a Cova de Iría, junto a la encina, llevada de un movimiento interior, pedí al pueblo que cerrasen los paraguas para rezar el rosario. Poco después vimos el reflejo de luz y en seguida a la Virgen sobre la encina.

–¿Qué es lo que usted me quiere?

–Quiero decirte que hagan aquí una capilla en honor mío, que soy la Señora del Rosario, que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra está acabándose y los soldados volverán pronto a sus casas.

–Tenía muchas cosas que pedirle: si curaba a los enfermos, si convertía a unos pecadores, etcétera.

–Unos, sí; otros, no. Es preciso que se enmienden; que pidan perdón de sus pecados.

Y tomando aspecto más triste dijo:

– No ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido.

Y abriendo sus manos las hizo reflejar en el sol, y en cuanto se elevaba continuaba el brillo de su propia luz proyectándose en el sol.

He aquí el motivo por el cual exclamé que mirasen al sol. Mi motivo no era llamar la atención del pueblo, pues ni siquiera me daba cuenta de su presencia. Fui inducida para ello por un impulso interior.

Se da entonces el milagro del sol, prometido cuatro meses antes, como prueba de la verdad de las apariciones de Fátima. La lluvia cesa y el sol por tres veces gira sobre sí mismo, lanzando a todos lados luz  intensa  de  varios colores, amarillo, violeta, anaranjado y encarnado. Parecía a determinada   altura,  desprenderse del firmamento y caer sobre la multitud, que gritaba aterrorizada Después  de diez minutos de prodigio tomó el sol su estado normal. Entretanto, los pastorcitos eran favorecidos por otras visiones:

 

Desaparecida Nuestra Señora en la inmensa  distancia del firmamento, vimos al lado del sol a San José con el Niño y a Nuestra Señora vestida de blanco con un manto azul. San José con el Niño parecían bendecir al mundo, pues hacía con las manos unos gestos en forma de cruz.

 

Poco después, pasada esta Aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que me daba sensación de ser la Virgen de los Dolores. Nuestro Señor también  parecía bendecir al mundo de la misma forma que San José. Al  disiparse  esta aparición  me pareció ver todavía a Nuestra Señora en forma semejante a Nuestra Señora del Carmen.

Aquí está la  historia de las Apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría, en 1917.

Fuente: Narraciones de la vidente Lucía

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