El legado de la Madre Teresa de Calcuta


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    El legado de la Madre TeresaPor el Padre Paul Marxteresa.jpg - 8.4 K

    La llamaban «Madre», el nombre más amable y dulce de la Tierra. Ese era el nombre que le dieron a la Madre Teresa de Calcuta. A todos aquellos en los que ella veía el rostro mismo de Jesús «penosamente encubierto» — los moribundos, los destituídos, los leprosos, los bebitos, los abandonados, los olvidados — para todos y cada uno, ella era la «Madre». ¡Y también lo era para todos nosotros! Para todos los que están hundidos en la peor pobreza de todas, la del pecado y el egoísmo, la del dinero y la dureza de corazón, ella era la «Madre».

    La Madre Teresa respondía a las súplica de ayuda con el amor y la oración, y con sus propias manos — las manos amorosas y cariñosas de una madre, una madre entregada a sus hijos.

    ¡Qué legado de palabras y de hechos nos ha dejado! Será recordada no sólo por su incansable ejemplo de olvido de sí, sino también por su intrépido mensaje en defensa de la vida y la familia. Quizás uno de sus más famosos discursos fue el que pronunció en 1994 en el Desayuno Nacional para la Oración ante los miembros del gobierno de los Estados Unidos, en el cual dijo lo siguiente:

    Sobre la familia: «¿Estamos dispuestos a dar hasta que nos duela para poder estar con nuestra familia, o ponemos nuestros intereses primero?… Debemos recordar que el amor comienza por casa y que el futuro de la humanidad pasa a través de la familia.»

    Sobre la anticoncepción: «Al destruir la capacidad de transmitir la vida por medio de la anticoncepción, el esposo o la esposa está haciendo algo para sí mismo o para sí misma. Esto hace que se centre la atención en uno mismo y de esa manera se destruye en él o en ella el don del amor… Una vez que se destruye ese amor capaz de transmitir la vida, fácilmente le sigue el aborto.»

    Sobre el aborto: «El aborto es el mayor destructor de la paz hoy porque consiste en una guerra contra el niño, el homicidio directo de un niño inocente, el asesinato perpetrado por la propia madre. Y si aceptamos que una madre mate aún a su propio hijo, ¿cómo podremos decirle a las personas que no se maten unas a otras?… El aborto no le enseña a la madre a amar, sino a matar aun a su propio hijo para resolver sus problemas… al padre se le dice que no tiene que asumir ninguna responsabilidad por el hijo que ha traído al mundo… el aborto simplemente lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto no le está enseñando a su pueblo a amar, sino a usar la violencia para obtener lo que desea. Por eso es que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto… El niño por nacer ha sido grabado en la mano de Dios y El lo ha llamado a amar y a ser amado, no sólo en esta vida, sino para siempre.»

    La Madre Teresa nunca vaciló en hablar públicamente en defensa de los bebitos inocentes, en favor de la causa de la vida y en contra de la cultura de la muerte. Ante presidentes, políticos y profesores, ante jóvenes y viejos, ante católicos y no católicos, la Madre no tuvo miedo al proclamar la verdad de Dios. Su celo por la vida de los bebés por nacer, y por las almas de sus padres, la llevó a decirle al mundo: «Si no quieres ese bebé, dámelo — nosotras lo amaremos.»

    La Madre Teresa llegó a conocer la labor provida de Human Life International. La visité en la India varias veces, en una ocasión les dirigí la palabra a sus novicias en Calcuta. También viajé con ella por el Japón y la escuché hablarle al parlamento de ese país.

    A través de los años ella nos escribiría hermosas cartas para darnos ánimo. En una de esas cartas nos incluyó una estampita con una oración que dice: «Dios ama lo pequeño, lo sencillo, lo silencioso, y usó la humildad, la pequeñez, la pobreza y la debilidad para demostrarle al mundo Su amor.» Y en esa carta, dirigida al «Querido Padre Paul Marx y todos en Human Life International,» escribió, «Dios le de su amor por el amor que usted ha compartido…»

    Sabemos que Dios ama a la Madre Teresa por el amor que ella compartió. Qué escena debe haber en el Cielo, cuando Jesús y la Virgen, los ángeles y los santos, y todo Su pueblo, los más pobres de los pobres, ahora ricos y saludables por fin, la saluden llamándola por su nombre: «¡Madre!» Nos regocijamos al pensar que la Madre Teresa — que decía a menudo que veía el rostro de Jesús en todos aquellos a quienes servía — ¡ahora ve a Nuestro Señor cara a cara!

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Segunda parte:
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Tercera parte:
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Cuarta parte:
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El discurso revolucionario de la Madre Teresa de Calcuta
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DE TODOS MODOS
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