Mensaje de Fátima


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En preparación para las apariciones de Nuestra Señora, un ángel quien se identificó como el Angel de Portugal, le hablo en primer lugar a los niños diciéndoles: «No teman. Yo soy el ángel de la Paz. Recen conmigo». Luego el se arrodilló, doblándose hasta tocar el suelo con su frente y rezó: «Dios mío, yo creo, yo adoro y yo te amo!, te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no
te aman!»
El dijo esta oración tres veces. Cuando se paró, le dijo a los niños
«Recen así. Los corazones de Jesús y María están atento a la voz de sus
suplicaciones»
El dejó los niños quienes empezaron a decir esta oración
frecuentemente.


En la aparición final del ángel, el les trajo un cáliz el cual suspendió en el aire; por encima de este había una hostia. Gotas de sangre caían de la hostia al cáliz. Antes de ofrecerle la hostia a Lucía, la única que había recibido la Primera Comunión, el se postro en la tierra y dijo:

«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro
profundamente y te ofrezco el Precioso Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los tabernáculos de la tierra, en reparación por todas las ofensas, sacrilegios e indiferencia con los cuales El es ofendido. Y a través de los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, yo te ruego por la conversión de los pobre pecadores.»

El repitió esta oración tres veces y al pararse, levantó la hostia y mirándola dijo: «Coman y beban el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente insultado por los hombres ingratos. Hagan reparación por sus crímenes y consuélen a su Dios».


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